Forbrydelsen

Forbrydelsen



Que toda la industria cultural esté de lleno metida en producir series no es novedad, lo analizamos ya en Butaca, y está bien. Lo que estamos viendo (Fargo, Sherlock en UK, House of Cards) son muestras de que se nos hace difícil pensar en un mejor escenario para la creatividad y las historias.
Todo parece pasar hoy por el formato serie TV cuando de contar historias se trata. Y parecería que la pantalla grande se reserva para aquellas producciones con efectos, nada íntimas, que necesitan ser contadas de manera no íntima.
Los que amamos el cine, también celebramos las series, esta nueva (que ya no es tanto) manera de contar historias.
Las nuevas plataformas hacen que también se haga más difícil la creación o el conformarse con un mainstream único y monocolor. Quiero decir, uno puede hoy ir a cualquier fuente para ver lo que quiera y cuando quiera, lo que nos involucra definitivamente en el proceso.
Es lo que nos pasa cuando descubrimos cosas nuevas, y sobre todo las que nos llegan desde lugares a los que no vamos habitualmente.
Hace un par de años me sentí atraído por la versión serie de Wallander, la genial adaptación del personaje de Menkell al formato, llegó de la mano de la BBC y con nada menos que Kenneth Brannagh en la piel del detective. El tema es que a  poco de terminar de devorarme las pocas temporadas, me encuentro con la versión sueca, y ahí todo se resignificó.
Lo mismo me pasó por estos días cuando me dispuse a disfrutar de Forbrydelsen, la serie danesa (y hacen fila otras del género para disfrutar!) que dio origen a la muy americanizada (pero no tan mal) The Killing. En Butaca hablamos muy bien de The Killing, pero no habíamos visto la serie que le dio origen.
Es superior en todos los aspectos, narrativo, de profundidad de personajes, de capas en la historia, que son un verdadero desafío.
Una vez que se supera la barrera del idioma (suena rarísimo el danés) todo fluye como un desafío a la mente, con intriga que va creciendo (tanto que a la mitad de una temporada uno cree haber visto ya todo y falta un montón!!) y actuaciones insospechadas.
Definitivamente diferente, audaz, bien construida, es necesario ir a las fuentes, y esta es la fuente.
La protagonista, Sarah Lund, interpretada por un pedazo de actriz que se llama Sofie Grabol, es para poner en la galería de los buenos grandes personajes de las series, como el que hace Billy Bob Thorton en Fargo o el Tony Soprano de Gandolfini. Así de buena es.
A todo lo bueno de la estructura narrativa y del trabajo de los actores, hay que sumarle un libro que no se conforma con el desarrollo de un caso de investigación normal, sino que agrega capas de complejidad al meterse con un entramado político que todo lo tiñe y confunde.
En definitiva, un placer que viene de un lugar que visitamos poco, aún en la cultura.


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