Darkest hour

Darkest hour (la hora más oscura)

Una de esas películas diseñadas alrededor de una interpretación. Como un remolino alrededor de la fuerza interpretativa de Gary Oldman, que a su vez se nutre del carisma público de un político cuya figura crece con los años.


6 Butacas



No hace falta haber leído ninguna de las buenas biografías que sobre la vida de Sir Winston Churchill se encuentran en las librerías, bastará con saberse algunas citas, saber de sus cigarros (tamaño largo, bautizado con su nombre) o de sus hábitos con el whisky, para tener una idea de su dimensión pública.

Esta película no es una película sobre la guerra, no hay manera de abordar cabalmente en un par de horas, el derrotero, las decisiones que se encadenaron para que Inglaterra entre de lleno en la contienda, pero si se puede, como hace el director Joe Wright, joven al que ya habíamos conocido por otras perlitas de la literatura inglesa, contar unos días, esos que mediaron entre la destitución de Neville Chamberlain, ese primer ministro con gran apoyo popular que fue engañado por Hitler haciéndole creer que dejaría a Gran Bretaña a salvo de su locura, y el ascenso de Churchill al puesto.

Lo que veremos, bien contado, son esos días, y las consecuencias de haber llevado a liderar ese proceso a un político atípico, egocéntrico, desaforado, inteligente y lúcido, pero con pocas ganas de consensuar los pasos a seguir, y con una convicción de hierro, que lo llevó a tomar las decisiones más crudas y en algunos casos impopulares, su odio visceral contra el monstruo Adolf Hitler.

Mientras los miembros de su propio partido (Chamberlain y Halifax) intentaban convencer al parlamento (y al rey, Jorge, el papá de la reina actual) de buscar un acuerdo de paz con Alemania, Winston estaba convencido que Hitler iría por más, y que su sed de conquista los haría poner de rodillas en poco tiempo.

Con un ejército poco preparado, con poca maquinaria bélica, superada varias veces por su enemigo, en las horas que cuenta la película veremos un personaje que tendrá que decidir qué hará su nación, mirándose en el triste espejo de los franceses, que estaban a punto de perderlo todo, sin apoyo de su aliado del otro lado del Atlántico, producto de la ley en Estados Unidos que le impedía ayudar a ninguno de los bandos (que terminaría con Pearl Harbor, claro) y con apoyo político dudoso, se las ingeniará para comprobar que el pueblo no quería perder soberanía, y que podía contar con ellos para la batalla.

Se recrearán, como clímax bien logrado de la historia, dos momentos importantes, la Operación Dynamo, que salva a los soldados atrapados en Dunkerke, y el famoso discurso en el parlamento en el cual pone de pié a la nación y encara la pelea "We shall never sourender..."

Esa es la anécdota, histórica y del personaje.

Qué hace atractiva a la película? que de eso se trata este espacio, indudablemente cuando hay una caracterización de esta importancia (la transformación de Gary Oldman en maquillaje) el eje central es ese, es como el jugador de fútbol habilidoso que se lleva la marca de los defensores contrarios consigo, con lo cual la historia a veces es la excusa que se pone en escena para ese lucimiento.

La película no escapa a esta lógica. Si bien aborda temas interesantes como el mecanismo de poder expuesto, la soledad a la hora de la toma de decisiones, lo que esas decisiones conllevan, temas que a veces solo entiende el líder en su intimidad, o el vínculo con la monarquía, de alguna manera reivindicando ese rol en la guerra.

Son dos horas de buen entretenimiento, de correcta recreación de época y de una interpretación ajustada.

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