Casi leyendas

Casi leyendas

La fórmula de la nostalgia, los códigos de la amistad, la música, para un ensamble entretenido y emotivo


5 Butacas



Gabriel Nesci es un director que sabe combinar historias alrededor de una banda de sonido, y un buen narrador.

Hubo una banda en los '80, esos años locos de hombreras y peinados raros, que a punto de consagrarse y ponerse a la altura de las que hoy todavía escuchamos, desaparece misteriosamente antes del show consagratorio.

Y se desintegra. Ninguno de los tres (era un power trío) vuelve a tocar.

30 años después, un concurso de radio ochentosa revive esos momentos y uno de los tres decide que es una buena cosa retomar donde dejaron.

Esa es la anécdota central, que servirá de pegamento para sostener una trama de encuentros y desencuentros, de malos entendidos y de amores inconclusos.

Los personajes son arquetípicos (una groupi y su hija de padre incierto, productores, familias de los protagonistas) y la historia no ofrece ni resistencias argumentativas, ni sorpresas en el desarrollo.

Los tres personajes centrales, interpretados por Diego Peretti, Santiago Segura y Diego Torres, son correctos y están los tres interpretados con oficio.

Peretti y Torres hacen sus papeles con la soltura de componer personajes que les sientan bien, Peretti el desencantado y desaliñado que no ve nada bien y Torres con su abogado canchero (ha hecho cancheros toda su carrera) que está por encima de todo, pero es capaz de conmoverse.

El eje dramático lo lleva en sus hombros Santiago Segura, que compone a un español muy peculiar, manojo de tocs y tics, con rasgos interesantes, pero que por momentos parencen algo exagerados, como si fuese demasiado tanto junto en un solo personaje.

Lo dicho, no hay sorpresas, hay corrección en el desarrollo y tiene momentos (solo momentos) de gags entretenidos.

Es una típica película de los años '70, que bien podría haber sido protagonizada por Sandro o Palito Ortega, con canciones, romances, algún villano combinados con historias de amistad.

El problema es que nuestras audiencias tienen menos paciencia para este tipo de historias simples.

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