A complete unknown
Esperaba otra cosa, tanta manija, tantas nominaciones (pocos premios, es cierto también), el personaje, y sobre todo los antecedentes de las últimas biopics que vimos de artistas de la música, sobre todo Elvis, pero no pasa de un retrato desabrido de un personaje que es popular, pero de tan poco carisma no merece semejante homenaje.
4 Butacas
Un muchacho como yo, aquella vieja película que contaba los comienzos de Palito Ortega, protagonizada por el mismo cuando estaba en la cumbre de su fama, tenía todo lo que le podemos pedir a estos homenajes.
Personajes secundarios atractivos, historias contadas desde los comienzos, amores, fama, desencuentros, crisis creativa, todo.
En esta película celebratoria de Bob Dylan no es creíble ni el comienzo.
Un veinteañero pueblerino llega con monedas en el bolsillo y su guitarra para conocer a su ídolo, Woody Guthrie, que está en una cama de hospital sin poder moverse.
Llega de noche, se cuela en su cuarto y allí está a su lado otro músico de la época (fines de los años 50) Pete Seeger (un Edward Norton sobrio) y no solo lo reciben en el cuarto sin conocerlo, sino que le piden que toque algo con su guitarra...y les gusta!
Tanto que Seeger lo adopta de alguna manera, lo lleva con el a sus propios conciertos y lo hace debutar en los lugares que él toca, sin otro afán que el que lo conozcan.
Bueno, pasarán de los míticos lugares donde todos comenzaron a tocar para poca gente, hasta compartir escenario con Joan Baez y los grandes festivales.
Es tan desabrido el personaje (y el actor que lo interpreta, el para mi inexplicable Timothée Chalamet) que no hay nada en el relato que despierte emociones ni querer saber qué pasará después.
Es como que lo adivinamos todo.
Le irá bien, tiene talento, tendrá una novia y mil aventuras (una Elle Fanning señorona) y vivirá siempre disconforme, huraño y talentoso.
Ok con todo, pero en la trama faltan cosas.
El tema es que no es una biopic, es más un testimonio de cómo fue evolucionando su arte, su estilo, sus letras, sus ritmos.
La película es una especie de documental sobre esa evolución, sin ahondar en los motivos ni en las búsquedas, ni estéticas ni de influencias, con lo que lo que vamos a ver es cómo, un personaje cabrón y hasta maleducado, se transforma en alguien mucho más intratable, aunque talentoso y exitoso.
Está bien la recreación de época, están bien los personajes que lo llevaron de la mano, los ejecutivos de la discográfica, y todos serán traicionados o decepcionado por el artista incomprendido
El que una noche que tenía que tocar lo que todos querían escuchar, los sorprendió tocando otra cosa.
Rescato mucho dos actuaciones, la cautivante Monica Barbaro como Baez y una interpretación perfecta de Boyd Holbrook como Johnny Cash.
Es poco atractiva, no engancha, tiene muchas canciones, que está bien pero no es un musical, en fin, nada que recordaremos por mucho tiempo.
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