Atrapados

Harlan Coben, el escritor y exitoso productor de series de TV, es el corazón de esta serie argentina filmada en los hermosos paisajes de Bariloche.


6 Butacas



Este dato tiene relevancia porque Coben es un escritor de best sellers, un tipo que sabe contar historias con tramas policiales, que tiene sus obsesiones (el mundo adolescente es quizá una de ellas y en Atrapados lo pone en primer plano) y además sabe cómo enganchar a las audiencias masivas.

El matrimonio con Netflix tiene unos años ya, produjo mucho desde el hub británico, y esta vez le tocó a la producción argentina que, es justo decirlo, está a la altura.

Missing you, Shelter, Safe, Stay close, The stranger en UK y la polaca The woods, son series que ya tuvieron sus comentarios en Butaca al Centro y fueron, en general, muy efectivas.

Es que de eso se trata, son historias atractivas, que a poco de ver algunas del mismo autor vamos entendiendo una lógica.

Lo bueno es que, a pesar de saberla, no nos molesta.

Ya sabemos que nos vamos a topar con historias en las que los malos no parecen serlo, y que seguro seguimos a algún potencial culpable que después no será, y alguien se va a tomar las cosas muy personalmente para descubrir a los malos.

Hasta ahora vamos bien, buenos paisajes (Bariloche es muy bella y está muy bien aprovechado todo lo que ese entorno puede agregar a la historia), un elenco muy correcto y con un par de actores acostumbrados a las producciones grandes y a trabajar en el mercado internacional, buena banda de sonido de Leo Sujatovich nada menos, y una historia que arranca con un tema muy sensible, como estamos en estos días discutiendo todos que tiene que ver con el mundo de los adolescentes, sus miedos, sus vínculos, y los que se abusan de eso.

Soledad Villamil es Ema Garay, una periodista de investigación, que es una viuda reciente (esta es una historia paralela que no encuentra lugar en el relato central) y que vive con su hijo adolescente y escribe para un medio local digital historias que tienen que ver con atrapar a los impunes, gente que comete delitos que la justicia y la policía no sigue y que Ema convierte en historias atrapantes.

También están Juan Minujín como Marcos, heredero de una familia muy rica de la zona y su amigo Leo, un Alberto Ammann tan internacional que no podemos identificar nunca su origen (lo hemos visto triunfar en España, hacer personajes de colombianos y todo con la misma eficiencia) cuya historia juntos se irá contando en el desarrollo de la historia y será central en la resolución del caso.

Mike Amigorena tiene un rol también destacado, quizá muy parecido a lo que hace siempre, un millonario con pocos escrúpulos y algo cínico.

La trama arranca con una investigación de Ema en la que aparecen involucrados los adolescentes, una serie de fishings en redes sociales que terminan en encuentros violentos con derivaciones horribles, gente adulta que se mete con los chicos.

Pero esto que arranca fuerte y tiene que ver con la primera parte de la historia, no es el centro, a medida que los 6 capítulos (buena duración) se van desarrollando, vamos a comprobar que la historia toma otra derivación, aparecerá la muerte de una joven, y todo habrá que desentrañarlo despacio y pacientemente.

Habrá crítica a la condena social que desde un medio y desde las redes sociales se dictamina de entrada, sin darle tiempo a la justicia a actuar y mucho menos a los acusados a defenderse.

Fernán Mirás está muy bien como el cansado comisario de la zona, al que no lo dejan actuar y al que siempre le pesan los pies a la hora de moverse.

Habrá una investigación periodística vinculada al mundo del grooming, que seguirá con una muerte absurda y repentina, que seguirá con la historia de una de las adolescentes que juega al límite y que terminará derivando en un entramado de negocios y de intereses de familias pudientes y apellidos ilustres de la zona.

Quizá muchas ventanas abiertas para una sola historia.

De todas maneras la realización es impecable, desde todo punto de vista, tiene destino de ser una serie que se vea mucho a nivel global, Coben-Patagonia-thriller, y está bien que así sea.

Menos mal que no cayeron en la tentación de hablar neutro, que bien podría haber sucedido, y que el guión, basado en una historia de HC, permite que se "argentinice" sin perder esencia.

Es una buena apuesta, entretenida, y una buena medida de lo bien que pueden hacerse estos productos acá, además filmado en otra locaciones que no sea la ciudad de Buenos Aires.


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