La infiltrada
Un agente encubierto tiene todas las garantías de la ley y la protección si llega a salir mal el plan, un infiltrado no, está más desprotegido, si sale mal no tiene defensa ni contención.
6 Butacas
Esta historia es la de una agente joven, una muy intensa Mónica, interpretada por Carolina Yuste (se ganó el Goya por este papel) que es seguida de cerca por "el inhumano", el jefe de policía que encarna el siempre eficaz Luis Tosar, para incorporarla a un proyecto muy arriesgado que implica infiltrar agentes en ETA, la organización terrorista Vasca, para obtener información.
Así Mónica se tendrá que convertir en Arantxa, y tendrá que dejar atrás todo, su vida, sus relaciones, para cambiar de piel y ganarse de a poco la confianza de esos etarras desconfiados.
La película está bien contada, tiene buenos momentos y sobre todo, es lo más fiel que puede ser con los hechos históricos, quizá peque de acortar camino con algunas situaciones y algo de sobreactuación en otras por parte de Yuste, que de todas maneras no desequilibran el buen ritmo general de la película.
La Policía Nacional estaba corriendo de atrás a la Guardia Civil en términos de goles contra ETA, y este plan, que por otra parte está basado en una historia real, es parte de esa competencia entre fuerzas para equilibrar las cosas.
Y fue exitoso.
Uno de los puntos más interesantes es cómo, desde esa delicadísima situación en la que todo el tiempo estaba siendo puesta a prueba, incluso con momentos de tensión en los que parecía que todo se iba a terminar, es que tiene que convivir un tiempo con un agente libre de la organización, uno de esos que se mandaban a matar objetivos esperando ser reconocidos y sumados a la causa, pero a los que hacían esperar hasta darles alguna misión.
Ella tendrá que hacer de mensajera, de chofer y de compañera de departamento de un agente, y termina desarrollando con él una relación que está muy bien contada en términos de tensión y asco pero a la vez de necesidad y utilidad.
Lo que Mónica/Arantxa va a ayudar a desbaratar es nada menos que el criminal Comando Donosti, en momentos de una falsa tregua mientras se preparaban para un golpe nuevo.
Hay buena mano para la dirección que es de Arantxa Echevarría, porque puede combinar bien un thriller, con momentos de acción y tensión propios del género, y a la vez la cuestión íntima de esa mujer joven que decide dejar todo de lado, con un costo personal enorme para aportar lo suyo a la aniquilación del terrorismo.
También se cuenta la historia grande a partir de historias pequeñas, de esos protagonistas siempre desconfiados, que andaban mirando siempre para todos lados y con el arma lista para disparar ante cualquier situación.
Esta historia, la irlandesa Say nothing que vimos hace poco, y todo el contenido que se sigue produciendo sobre estas organizaciones y cómo se desarrolló esa lucha armada, son indispensables y saludables para la sociedad para repasar, para entender, para no repetir.
Y hacerlo desde la ficción agrega emoción.
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