La voz ausente
Una novela de Gabriel Rolón es el origen de este thriller psicológico de gran factura que estrenó Disney para su plataforma y tiene varias cosas buenas, otras muy buenas y otras no tanto. No estoy diciendo nada nuevo.
6 Butacas
La buena, buenísima, es la producción. Todo está muy pero muy bien, las locaciones, el clima opresivo y denso enmarcado en una fotografía y una iluminación perfectas (hay unas imágenes aéreas de Buenos Aires que son una belleza), un cuidado extremo en los detalles, cosas como generar un cuerpo de policía con edificio, logo, patrulleros, uniformes, tazas de café, anotadores, que no se parece en nada a los de las policías que conocemos, como poniendo la ficción en un lugar no específico, para no cargar con la percepción que podemos tener de ese lugar.
Pero este sería un detalle para obsesivos, si no fuera porque de alguna manera impacta en el desarrollo de la historia de manera positiva, no nos distraemos con cosas que traemos de antemano a la historia. Todo es nuevo y nos sorprende.
La historia también está bien, no es que no la hayamos visto antes, tenemos varias películas de asesinos seriales, de locos que matan con propósito y de manera organizada y precisa, dejando pistas para que los que tienen que investigar esos crímenes tengan que ser inteligentes para poder seguirlo y atraparlo.
El tener a Rolón detrás de la historia, nos garantiza que el costado psicológico estará no solo presente, sino que será vital para que podamos seguir la pesquisa, en la historia nos vamos a dar cuenta bastante pronto cuál es el móvil del asesino, y vamos a ir descubriendo (no sin ayuda, este no es un punto alto, se hacen explícitas algunas cosas de manera de remarcar o subrayar lo que tenemos que entender que está pasando) cómo opera y por qué lo hace.
Están todos los clásicos, no quiero llamarlos lugares comunes, los abusos en el instituto de menores, el abandono, la paternidad confusa, y varios detalles interesantes que van conformando la personalidad y desde ahí la mente siniestra del asesino.
Todo el pasado cae encima de las víctimas, en una planificación que, como también es común en estas historias tiene indicios que el asesino deja para que puedan seguirlo. En este caso son libros clásicos de la literatura fantástica, Dr Jeckyl y Hyde, El jorobado de Notre Damme, El hombre invisible...
A cada víctima le corresponde una manera de morir que tiene que ver con esos libros.
Interesante como recurso.
El otro punto es que tiene un elencazo, de gran trabajo, pero carece de una pareja protagónica con más polenta.
Benjamín Vicuña y Gimena Accardi están bien, pero en el caso de él está como frenado, demasiado contenido y apelando a su gestualidad para darnos a entender cosas y en el caso de ella, demasiado sobregirada (a lo tira de Polka) en sus intervenciones. El es el hermano de la primera víctima, es una familia de psiquiátras y psicólogos, y ella es una inspectora de policía que ansía tener un caso así para volver al primer plano de la fuerza.
Tampoco se revela entre ellos una tensión romántica que está pero que no terminamos de ver del todo.
Los personajes son complejos, ese es un punto interesante, seguramente bien desarrollados en el texto, porque Rolón es un especialista en esos traumas, pero la serie no termina de reflejarlos así.
Pero están soportando el peso de la historia, Jazmín Stuart, Susú Pecoraro, Federico Olivera, Gonzalo Urtizberea, entre otros.
El balance es bueno, porque el peso de la buena realización es una aplanadora, aunque hay que cortar camino con algunos detalles narrativos, y a veces el recurso de recapitular en voz alta para repasar que es lo que está pasando para asegurar que no nos perdimos, es algo obvio, pero está bien.
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