Freud's last session

Seguimos hablando de Sigmund, hace 85 años que murió en Londres, pero está más vivo que nunca. Esta película puede ser morosa, tiene demasiado texto, pero vale la pena darle ese par de horas, y cuando digo que vale la pena no pienso solo en los que se analizan.


6 Butacas



Esta obra pone en escena un encuentro hipotético entre un escritor y el austríaco que cambió todo, Sigmund Freud (Anthony Hopkins) se enfrentará a CS Lewis (Matthew Goode) en una larga conversación tensa y agresiva.

Hay algunos indicios de que efectivamente, poco antes de morirse Freud mantuvo una charla con un académico, y que esa charla fue larga y compleja, esto está reflejado en un libro y después sirvió como base a una obra de teatro.

Al autor se le antoja, sin datos, que esa entrevista es con Lewis, que efectivamente en un libro suyo se burla del ateísmo militante y socarrón de Freud (Lewis es, más tarde, célebre por sus "Crónicas de Narnia").

Vamos a ver entonces una película oscura (transcurre en la casa de Londres a la que tuvo que exiliarse Freud para escapar de Alemania y la barbarie) y con mucho texto, que si no nos atrae o desafía es para salir de la sala, pero que si logra engancharnos en la dinámica es interesante para ver.

Hopkins vuelve con un papel a su medida, se acuerdan que hace poco hablamos del último papel de Michael Caine en el cual cuenta que nadie escribe roles para los de más de 80?, bueno, este es un rol en esa línea, y el galés lo hace con la solvencia y soberbia habitual en él, como que sobra a los roles que encarna, lo hace con tanta facilidad que parece que nos dice entretenganse con esto, y si no resulta tengo más recursos.

Es el Freud de sus últimos días, dolorido y adicto a la morfina (que pone de chorros en su whisky) por la enfermedad de la que va a morir y más dependiente y tirano con Anna, su hija, que no hará su vida hasta que ese deceso se produzca.

Esa parte de la vida, la menos buena, está sugerida pero no abundada en la película.

Y la interpretación de Anna, por Liv Lisa Fires (a quién conocimos desde Babylon Berlín) es hermosa y provocativa.

La charla entre los dos será irónica, áspera, llena de chicanas, y es quizá ahí, en el punto que de antemano parecería el más complejo a la hora de describir la película, los diálogos largos, que radica lo mejor que tiene, porque el libro es muy bueno.

Matthew Goode es un Lewis apocado pero arrogante y agresivo cuando lo arrinconan, y es bueno en el duelo actoral que es exigente, todavía no le había llegado la fama que tuvo, era un miembro más de un club de escritores británicos que fueron demasiado buenos y famosos.

En definitiva, un buen guion, tres actuaciones ajustadas y llenas de matices, y verlo a Hopkins actuando con la solvencia habitual son los motores de esta película. Después vienen los análisis, la sombra de la Segunda Guerra Mundial y la barbarie nazi sobre la vida, la oscuridad de la relación de Freud con su hija Anna, y el ocaso de una vida demasiado rica y demasiado arrogante.

Es interesante para los que adoran ver películas que los desafíen intelectualmente.


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