Lady in the lake

Empecemos diciendo algo, el debut en una serie de Natalie Portman es excelente. Puede ser o no una actriz que nos guste, pero acá está perfecta componiendo a Maddie, una madre judía devota suburbana en los años 60, que un día explota y empieza a vivir otra vida.




8 Butacas



Esta serie de Apple tiene todo, está bien escrita, maravillosamente ambientada en mediados de los años 60 en un Baltimore segregacionista y convulsionado, que todavía está digiriendo el asesinato de Kennedy y en el que casi todas las variables están en ebullición.

Hay dos mujeres, una judía y una negra, que tienen vidas muy distantes, sus luchas, sus ingresos, sus mundos son distantes y muy distintos, pero en algún momento esos mundos se tocarán sin que ellas lo noten, hasta que casi se fundan.

Maddie Schwartz es la Portman, una ama de casa y madre judía blanca y rica, y Cleo Moses Ingram (está brillante), una madre negra prácticamente soltera que trabaja en tres empleos para intentar salir ella y sus hijos (uno enfermo y el adolescente levanta quiniela) de la malaria y la sordidez que los rodea en el barrio marginal en el que viven.

En el desfile de Acción de Gracias desaparece una niña judía, todos se movilizan, pero el marido de Maddie y su hijo solo quieren que ella les cocine y atienda a unos invitados a la casa. Ella quiere ir a buscar a la chiquita junto con la comunidad judía movilizada, y ese desdén de los hombres de su familia la termina de convencer, se irá de la casa, se mudará al barrio negro a un departamento del tamaño de su vestidor (que es lo único que puede pagar) y se liberará para ir a buscar además su frustrada vocación de escribir en un diario.

Es ella la que encuentra el cuerpo, y a partir de ese descubrimiento irá poco a poco ganándose un espacio en el mejor diario de la ciudad.

El rol de Cleo, en otra vereda, se descubre como una luchadora que tiene que trabajar para el hampón principal de la ciudad (un protector de la comunidad negra, pero a la vez un despiadado) para los grandes almacenes de departamento haciendo de modelo viva en las vidrieras, y como voluntaria para una cenadora negra de la ciudad.

Todo ese mundo, en tensión permanente, no le da respiro cuando lo cruzamos con su vida familiar igual de compleja.

Tenemos entonces a ambas protagonistas descriptas de manera brillante por un guion y una realización impecables, dan ganas de seguir y seguir.

Hay entonces en esta serie muchas lecturas para hacer, es una ciudad cruzada por tensiones raciales, prejuicios y opresión a las mujeres, hay un asesinato y la búsqueda de un asesino, hay temas políticos y hay una bellísima realización con un diseño de producción impecables.

Además de todo esto, repito, la historia policial detrás corre pero no es el centro del relato, está la cuestión estética y artística, que es el punto central de esta serie. La recreación de época, el vestuario, el lenguaje y sobre todo la música son excelentes.

También la tensión narrativa, que no decae nunca.

Hasta están bien algunos recursos que en manos no expertas pueden ser horribles o molestos, como la apelación a los flashbacks para ver las infancias de las dos protagonistas o los buenos momentos oníricos, en la historia de Maddie son muy importantes.

Vale mucho la pena.


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