Belén

Dolores Fonzi en su segunda película como directora, también interviene en la construcción del guion, ficciona un hecho real, un caso que conmovió a la provincia de Tucumán y fue parte importante en la cadena de historias y de movimientos que terminaron con la sanción de la Ley de interrupción voluntaria del embarazo hace unos años.


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Belén toma el título de una ficción, que elaboró la abogada tucumana Soledad Deza (que interpreta la propia Dolores Fonzi en la película) para preservar la integridad de su cliente en un clima provincial adverso. 

Una chica llega al hospital público con fuerte dolor abdominal, llega con su madre, es flaca, está doblada del dolor y la atienden bien y de inmediato.

Lo que parecía una apendicitis o algo por el estilo, se transforma en un caso muy extraño y complejo, cuando la paciente pide ir al baño y vuelve después de un rato con las piernas ensangrentadas.

El clínico la deriva a la parte de ginecología, y es allí, en la camilla mientras está esperando a que la revisen, cuando llega la policía y la esposa a la camilla, les muestran un feto en una caja y que encontraron en el baño y la acusan de homicidio agravado por el vínculo.

Sale presa de allí y a partir de ese momento empieza un calvario, que incluyes dos años de cárcel. La primera parte defendida por una defensora oficial que no le dedica tiempo ni cabeza (interpretada por Julieta Cardinali) y la pone a la orilla de una sentencia de por vida.

La abogada que Deza logra que le den la causa, y emprende una defensa que intentará demostrar las incongruencias de un expediente que tarda en llegarles y un clima de cosa juzgada en una sociedad demasiado conservadora y que ya juzgó y que no le importa nada más que pasar página.

Lo hará utilizando los medios, las incipientes redes sociales y sobre todo movilizando a las mujeres, que cada vez son más en la plaza de Tucumán para pedir por ella.

El sistema judicial se ve por primera vez presionado de una manera que no lo había sido antes y las decisiones tardan en llegar pero llegan, modificando todo lo actuado en base a prejuicios y poca prueba.

Fonzi logra crear una ficción a pesar de lo cercano de los hechos, una épica y un relato que emociona por momentos, pero no deja de ser construido en base a una historia en la que si tenemos un partido tomado, puede no gustarnos nada y pasar a ser un panfleto más.

Está en ese límite muy delgado.

Siempre decimos en Butaca que nos gusta de la industria de Estados Unidos es capacidad que tienen de hablar de sus temas asumiendo distintas miradas, ficcionando casos y personajes para que lleguen de manera artística a nosotros, bueno, este caso cumple con esa premisa, y está bueno que suceda, es una manera de decir y de contar apelando a la ficción como canal y como motor.

Fonzi como directora tiene ese desafío, de contar de otra manera algo que se vio en los diarios y muchos vivieron de cerca o lo siguieron como parte de una lucha individual.

Lo logra pero a medias, la película recurre a un tono de épica que si no estás consustanciado con la causa no te conmueve y desenfoca el tema del horrible desempeño de la justicia.

Es una de juicio? Si hubiera sido así debería haber metido más escenas de tribunal y esos vericuetos y chicanas. Es una película que describe una estrategia de acción colectiva.

Pero para que llegue tenés que haber tomado partido antes, y eso deja a mucha gente afuera.

Puede ser nuestra candidata a los premios Oscar, que si nos dejamos llevar por el movimiento que representa, que ha tenido trascendencia internacional, quizá lo logre.

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