The woman in cabin 10

Podría haber sido un buen relato del tipo whodonit, del tipo de los que tanto disfrutamos con el inspector Poirot (de hecho Muerte en el Nilo también transcurre mientras un barco navega) pero en esta película de Netflix hay varias cosas que fallan de manera conjunta y sin posibilidad de remontar.

5 Butacas

Lo primero es que la protagonista, Keira Knightley, que ya había trabajado encarnado a una periodista sagaz en la historia del asesino de Boston, no es una actriz para todo tipo de papeles, en este simplemente usa toda la amplia gama de recursos clásicos para decirnos que es una investigadora periodística muy aguerrida, que tiene cosas en su pasado que no nos cuenta pero que se encarga de sugerirnos y que, a pesar de todo eso, va a aceptar una invitación de unos millonarios para hacer una travesía en un yate grande y de mucho lujo para contar un cambio de mando en una fundación filantrópica, es difícil creer que alguien así se sume a un viaje semejante.

Son pocos los pasajeros, todos muy caracterizados, un fotógrafo (que fue pareja de la protagonista) y están en ese bote carísimo para ser testigos de un cambio de mando en una fundación millonaria, una mujer, dueña de una gran fortuna, se está muriendo y va a dejar a su marido (Guy Pierce, cada vez más perdido en roles parecidos) el manejo de la fundación ahora que le quedan pocos días.

Ella ocupa el camarote 10 y descubre indicios de que en el camarote 8, que está supuestamente vacío, está ocupado por alguien.

Hay indicios, pero nadie le cree ya que no está registrado nadie que haya embarcado y le hayan asignado ese camarote.

Lo clásico, todos a bordo se negarán a escucharla y negarán que hay alguien más, y eso la descoloca frente a todos los invitados.

Habrá tensión en esa navegación y esa tensión irá creciendo.

Habrá giros y uno en particular que es interesante, pero no llega a emocionar, es una película demasiado burocrática y que no nos sorprende, tiene un ritmo y guion demasiado predecible.

Es correcta pero no pasa de allí, es como leer una novela corta, ágil, que no nos ofrece alternativas de escape ni emociones.