Death by lightning

Que te parta un rayo, decía mi abuela Ana cuando yo era chico y recién ahora entiendo el significado. Te puede pasar, claro, pero es poco probable, con lo que te ayuda a andar por la vida algo más relajado, sin tanta preocupación por lo que puede suceder y entonces, sin tomar tantos recaudos.


8 Butacas




Nos acordamos de Lincoln y de Kennedy, pero los norteamericanos se cargaron dos presidentes más en su historia, los asesinaron por distintas razones, y esta es la historia de uno de ellos, James Gardfield que, en cuestión de meses se encontró con una candidatura a presidente, y con su propia muerte.

Buena producción de Netflix, de esas históricas llenas de buenas escenas y buenos personajes, para contar esta historia real en cuatro capítulos muy entretenidos.

La historia es apasionante sobre todo porque se conoce poco, al ser asesinado a pocos meses de asumir, no hubo tanto interés por el personaje, es interesante cómo fue elegido en la convenció de su partido, había asistido como diputado para apoyar a otro candidato, al Secretario del Tesoro del presidente Grant que estaba en funciones, y hace un discurso tan pero tan poderoso, revolucionario, que luego de 36 votaciones, todos se inclinan por nominarlo, aún a pesar suyo.

Los protagonistas de la miniserie son Michael Shannon como el presidente y Matthew Macfadyen como Charles Guiteau, el loco que lo asesinó a tiros.

Está muy bien cómo nos va planteando a ambos personajes y todo lo que los rodea, en el caso del presidente, cómo un tipo de convicciones, que vive una vida lejos de Washington con una vida medio rural y familiar, va forjando convicciones a partir de sus lecturas y su capacidad, como para que de la noche a la mañana se convierta en una esperanza para su partido, y después para ganar las elecciones.

Y una vez que las gana, las dificultades para armar su gabinete, las presiones internas de las facciones que no lo quieren ahí y los políticos de siempre que no quieren perder ni sus negocios ni sus privilegios, es un reformador.

Y por el lado de Guiteau, es una exquisita composición la que hace Macfayden, porque es un personaje que todos entendemos que tiene algún problema, pero no es estúpido, es formado y es inteligente, pero, quizá como alguna gente que nos rodea, cree y vive en una fantasía en la que es más importante de lo que cree.

Vieron es agente que habla y habla y uno no sabe bien a qué se dedican, qué hacen, pero que al escucharlos por poco son los responsables de que el mundo funcione.

Así es ese personaje.

Y esa fantasía, que en la serie ofrece momentos de gran incomodidad, porque se acerca a los personajes creyendo realmente que ellos lo conocen y lo tienen en consideración, cuando lo han visto alguna vez pero no más que eso, y él los cree cercanos, es la que lo lleva a perpetrar el asesinato.

Todo estaba a mano, todo era lento y a pie y las cosas eran más sencillas, es cierto, y más expuestas para los personajes públicos, que andaban por la vida con poca protección, es como que los parta un rayo, decía Garfield.

La serie aborda el tema de la política, despiadada, la famosa casta que no quiere que nada cambien, pero también cuestiones de honor y valor interesantes.

Otro dato interesante tiene que ver con el tratamiento, Garfield recibe la bala pero no muere en el momento, lo atiende un médico de color que es el que está más cerca del hecho, el Dr. Purvis.

Ese médico es enseguida desplazado por un médico blanco, que sabe mucho menos que Purvis, y con sus métodos produce la infección que mata a Garfield, la ironía del destino, podría haberse salvado si lo seguía atendiendo un médico negro.

Era la famosa Edad Dorada de los Estados Unidos, cuando los negocios de los grandes millonarios florecían y con esos negocios la infraestructura del País. Una historia truncada, con un personaje que era brillante, increíblemente valiente, muy progresista para su época, amable, humano decente y seguro hubiera sido un gran, según los libros de historia.

Guiteau mientras tanto, intentó ser abogado y fracasó; intentó ser periodista y fracasó; creía haber encontrado por fin el camino al éxito: la política. Arrastrado por el drama de las elecciones de 1880, escribió y pronunció un discurso insignificante, « Garfield contra Hancock », y se convenció de que él era el único responsable de la victoria de Garfield.

Según esta lógica, creía haber conseguido un puesto de alto nivel en el gobierno. Viajó a Washington y acosó sin cesar a Garfield, Blaine y otros funcionarios, exigiendo ser nombrado cónsul estadounidense en París, un cargo para el que carecía de toda cualificación. Se convirtió en una molestia tal que finalmente le prohibieron la entrada a la Casa Blanca.

Después una mañana, creyendo que cumplía con un mandato divino porque ese hombre que no lo reconocía lo había defraudado a él y entonces también a la gente que lo votó, le disparó en una estación de tren.

Comentarios

Entradas populares