Fly me to the moon
Entre un intento de sátira política, o comedia romántica retro, o te explico qué pasó en realidad con las imágenes de los astronautas en la luna, esta película no termina de llenar ningún casillero, y no es por falta de tiempo.
4 Butacas
Vemos dos paralelas, la que tiene a Channing Tatum (algo hinchado) como jefe de la misión Apollo 11 en Cabo Cañaveral, Florida, un gran piloto que no pudo ser astronauta por una condición cardíaca, pero que es un gran entusiasta de las misiones al espacio, y la paralela de una muy peligrosa publicista de New York, el personaje que con gran desparpajo encarna Scarlet Johansson.
Mundos en apariencia totalmente distantes, hasta que aparece Moe (Woody Harrelson) un misterioso y todopoderoso agente de vaya uno a saber qué agencia, pero que viene de parte del Presidente (Nixon) para que Scarlett viaje a Florida y se haga cargo de la comunicación del proyecto Apollo, que empezaba a perder apoyo político y popular.
Así la película nos instala en esos días previos al lanzamiento de la misión que lo logró, que logró lo que en palabras del misterioso Moe es, les ganamos a los rusos, todo el mundo tiene que saber que llegamos primero.
Ella es una Don Draper con pollera, y luce y se ve muy bien en ese papel, es una actriz estupenda y capaz, y él, Tatum, está bien en su rol de héroe americano, pero el problema es que la química entre ellos es casi inexistente.
No nos da ni para esperar el beso, que tiene que llegar y no llega nunca.
La comedia, que tiene otras intenciones, está bien desde lo visual, el vestuario es excelente y la música y el diseño de producción son también muy buenos, lo que falla es la historia, quiere abarcar demasiado, de hecho la película dura más de dos horas, lo que no se justifica en lo más mínimo.
Deja un tema polémico, y está bien, con algo de culpa también, Moe le pide a la creativa, que monte un set para grabar el alunizaje de manera perfecta, no quiere que lo que ocurre en la realidad empañe por cualquier detalle lo que tiene que ser un mensaje claro, la bandera que está allá arriba es la de Estados Unidos, y todo tiene que salir perfecto.
Claro, es abonar y desbaratar a la vez esa teoría que dice que todo ese viaje es en realidad un gran montaje televisivo, de hecho hasta se habla de Stanley Kubrik, que en el imaginario popular, fue el director elegido para rodarlo.
La película es obvia y tediosa por momentos, porque cuando intenta cambiar de registro y se pone seria, cuando los personajes se cuentan realmente quién son, no resulta atractivo tampoco. Ella es todo despliegue y él es un estoico sin emociones.
La película se empantana en múltiples finales, con un ir y venir sobre lo que es real y lo que es falso, y pretende ahondar en las motivaciones! lo que hace que se vuelve confusa por demás. Sigue y sigue más allá de lo tolerable intentando dar explicaciones que hubiera sido mucho mejor si la dejaban librado a nuestra imaginación.
A veces hacemos foco en el registro de la película, y a veces es un gran ordenador.
Le soba media hora. Se estrenó en Julio en cines en Buenos Aires, está en streaming
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