Los enviados

En el balance de cosas buenas y no tanto, desequilibran las buenas, pero en esta segunda temporada, ya sin la sorpresa de la primera, parece no alcanzar.


6 Butacas



Del lado de lo bueno, la química entre los tres protagonistas, Miguel Ángel Silvestre como el padre Simón Antequera (buen nombre, evoca santos), Luis Gerardo Méndez (el mexicano es de enorme ductilidad) como el padres Salinas y Assira Abbate como la hermana Emilia, ahora si, definitivamente adherida a la dupla central.

Digo que la química entre los tres funciona, y de alguna manera mantiene la atención, ya que es a través de ellos que la historia fluye.

El otro dato positivo, es que está muy bueno eso de mezclar lo sobrenatural y lo terrenal, con una historia policial detrás, que va encausándose de manera muy terrenal pero con implicancias en lo divino.

Es mucho más fuerte la presencia del tema religioso en la primera temporada que en  la segunda.

De alguna manera parece que en esta segunda entrega (de 8 capítulos, producida por Paramount ahora para Netflix) que estos religiosos trabajen para el vaticano como enviados para corroborar milagros queda algo diluido en la historia, ya que, de inmediato la excusa del viaje a un pueblo gallego para comprobar si una religiosa de allí, ciega, tiene visiones, pasa a un segundo plano conceptual muy rápido.

Y se meten de lleno a de alguna manera investigar, si bien es cierto que no a la manera de Father Brown, una trama delictiva en el pueblo.

Son tres hermanas, que se quedan ciegas todas la misma noche, después de haber presenciado las tres juntas un hecho traumático. Las tres se hacen monjas y viven juntas en ese pueblo pequeño, cargado de historias y relaciones entre los habitantes que no siempre son virtuosas. Una de ellas es la que tiene visiones, y allí irán los enviados para corroborar si son de verdad o son una mentira.

Habrá como en la primera temporada, un personaje femenino fuerte, en este caso la alcaldesa del pueblo, y los condimentos para que no perdamos de vista de qué se trata, pero esta vez con menos preponderancia en el relato.

La primera temporada transcurrió en México, esta segunda en Galicia, y parecería que se viene una tercera y que el escenario será Argentina.

Este es un producto en el que Juan José Campanella es productor ejecutivo, autor de guión y director en algún capítulo, con lo que no es descabellado pensar que puede transcurrir acá.

Campanella le asegura a la serie un piso de calidad indisimulable, y notas de autor que podemos disfrutar en todos los capítulos, aunque es definitivamente una producción internacional con todo lo que eso implica, despliegue, elencos, recursos, locaciones.

Es un placer ver esta serie, aunque quizá en esta segunda entrega se desdibuje un poco un costado inquietante que planteó la primera y es el vínculo del Vaticano con estos fenómenos religiosos inexplicables, visiones, anticipaciones, milagros menores y no tanto.

No ahonda en estos aspectos, y es una pena, porque es algo distinto, al vincularlos con temas más mundanos, en esta temporada se queda a mitad de camino del policial clásico con investigador (en este caso 3) consagrado y lo religioso propiamente dicho.

Son 8 capítulos largos, es llevadera. Luis Gerardo Méndez es un actor para seguir con atención.

Comentarios

Entradas populares