Asalto al Banco Central
Haber leído Anatomía de un instante, el sensacional libro de Javier Cercas, sobre ese momento en el que la naciente democracia española se puso tensa, con el Tejerazo, hace que todos los contenidos relacionados de alguna manera con ese momento, se tamicen y se comparen.
6 Butacas
No está bueno, porque el libro tiene una densidad que no puede lograr ninguna película, pero está bueno porque los españoles se animan a repasar su historia reciente de manera vibrante.
Acá hay un asalto a un banco, hasta ahí nada raro, pero cuando nos disponemos a ver una de asaltos y asaltantes, aparece la política para ensuciarlo todo y complicar la trama.
Son varios asaltantes a cara tapada por pasamontañas, que se llaman entre ellos por números, que son amables con los rehenes (unos 300) y que en la primera comunicación con la policía piden un avión para fugarse a Argentina y la liberación del Teniente Coronel Tejero y los demás encarcelados por el atentado contra la democracia.
Una agenda inesperada que moviliza a todos.
A partir de ahí la trama que se va a oscurecer cada vez más, se irá contando a partir de la vida del cabecilla (Miguel Herrán, de Casa de Papel como Número 1) y su historia delictiva hasta ser reclutado por los servicios de inteligencia para seguir robando, pero para ellos, una especie de mano de obra desocupada que vuelve a ser reclutado.
En este punto la película tiene un aire a los personajes y las historias que filmó Rodolfo Ranni cuando volvió la democracia al País, historias de gentes oscuras que se quedaban sin conchabo con el cambio de régimen.
La otra protagonista es una periodista, y acá es en donde la historia se llena de clichés y de situaciones poco creíbles, una periodista vasca, joven, que es la hija del director de un medio de esa zona que es asesinado por ETA en un atentando en el que ella salva su vida, le dan trabajo en el diario de Barcelona y apenas llega se topa con una exclusiva de este asalto y es ella la que lo escribe para la primera plana (poco creíble)
Ella es una impostada María Pedraza, poco expresiva y sobreactuada, y está acompañada por un experimentado fotógrafo (el muy solicitado Hovik Keuchkerian) que también es una especie de caricatura del periodista que fuma y bebe diciendo todo el tiempo frases memorables.
A poco que la serie camina, aparecen los políticos y sus roles cambiantes, los jerarcas de la Guardia Civil preocupados por salvar su pellejo y no teniendo mucha idea de cómo enfrentarse a las demandas, la fragilidad de la democracia que puede romperse en cualquier momento y la tensión derivada de los rehenes.
El aspecto político es el más interesante, porque lo que tiene que ver con el asalto en sí mismo no ofrece nada nuevo. Harán ese asalto para recuperar unos documentos de cierta caja de seguridad, una vez afuera esos documentos, tendrán como pago todo lo que hay en la bóveda y una buena vía de escape.
Redondo, todo planeado desde la inteligencia, pero con algunas trampitas que harán que todo se complique.
Un comisario, los militares, alguna interpretación entre los políticos, y no mucho más para recordar.
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