Megalópolis
Olvidensé de las butacas para esta reseña. ¿Cómo resumir una sensación en una especie de evaluación, que es siempre algo tan subjetivo? Son 5 precisamente para quedarme en la comodidad del centro. Megalópolis no es una película, es Francis Ford Coppola diciéndonos cosas que viene pensando y masticando hace muchos años y que tenía ganas de gritarlas o susurrarlas como se le canta.
5 Butacas
No quiero decir que es un capricho, aunque podría ser también, quizá sea un ejercicio plástico, como aquel mural de Siqueiros que tanto trajín tuvo, y nada mas y nada menos que eso.
La película (creo que hay que verla) es de un esplendor y una locura extraordinarias y de partes iguales, y se ama y se odia con la misma intensidad.
Puede pasar por ser una galería de situaciones, lujosas, majestuosas desde lo visual, extraordinarias en términos de la cantidad de capas de sentido que tiene cada escena, pero a la vez un fiasco monumental al que no podemos adivinar siquiera una trama. Esto desalienta.
Pero a la vez atrae, porque está lejos de cualquier convención de lo que hoy vemos y nos gusta.
Nos desafía todo el tiempo.
No es para entender, es para ver, no pretendan seguir una trama, sobre todo después de la mitad de la película, porque es un ejercicio frustrante y que no lleva ningún lado.
Es una historia de soñadores y visionarios y es un proyecto profundamente personal de Coppola, y uno se entrega por respeto a esa trayectoria.
Pero es una locura.
La película transcurre en Nueva Roma, que es muy parecida Nueva York, y la recorren las mismas miserias, trampas, políticos corruptos, empresarios inescrupulosos y pasiones que cualquier ciudad enorme de la tierra.
Esas luchas, esas visiones, esas miserias, esas pasiones, son la materia de Megalópolis.
No puedo hablar de las actuaciones, porque a veces parecen perderse en giros sin sentido, seguramente por los cambios de enfoque durante el rodaje, y tampoco importa demasiado.
Los actores que protagonizan, los que aparecen solo para una escena, son todos icónicos de la filmografía de este director enorme (Driver, Voight, Hofman, Lawrence, Shire; LeBeuf).
Porque no hay historia, hay evocaciones, hay sugerencias, hay Hamlet y hay Roma, hay modernidad y clasisismo y hay un director enorme que ha hecho lo que tenía ganas de hacer, sin darle bola a nadie.
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