The Penguin

Cuando parece que lo vimos todo, y nada puede desplazar del lugar de lo sórdido, oscuro y siniestro a The Jocker, un spinoff del mundo Batman más oscuro, viene este pingüino y lo cambia todo. Para bien.



10 Butacas




Por varias cosas, por una música estremecedora, por una Gotham City (a veces demasiado New York) húmeda, desigual, violenta y gris verdosa, por un guión potente y simple a la vez y por una interpretación extraordinaria, que supera (a mi gusto mucho) la de Phoenix y su Guasón.

Vamos por partes, el personaje que interpreta Colin Farrell (lo queremos siempre en nuestro equipo) no se parece en nada a los pingüinos clásicos, porque si bien en algún momento se refugia en las alcantarillas y cojea como un pingüino, no tiene ningún rasgo amigable ni gracioso como sus primos mayores.

El personaje que compone el irlandés, a riesgo de desaparecer debajo de kilos de siliconas para transformarlo, prescinde de esa parafernalia para transmitir con la mirada, con el lenguaje, con la voz, con el caminar, la ropa, la postura y la violencia y maldad en estado puro. Es decir, hace que la personalidad de este personaje asome debajo de todo lo que le ponen, y lo feo, lo verdaderamente horrible, no sea la cáscara, el envoltorio, sino el interior.

Merece todos los premios que va a ganar por este trabajo. Es sencillamente extraordinario.

Pero después están, no tan lejos de la interpretación sobresaliente, una historia bien contada, y personajes secundarios también de gran factura.

Un diseño de arte opresivo, complejo, oscuro y pegajoso y un vestuario perfecto.

No aparece Batman, salvo por la batiseñal al final de la serie, y deja, como corresponde, un interrogante acerca de una nueva temporada, ahora con la aparición de Gatúbela (los desafío a que presten mucha atención cuando se sugiere esto).

Esta derivada con las historias de estos personajes tan centrales en la historia del encapotado, tiene mucho todavía para dar. Pero tiene que ser en esta línea, en las orillas de Ciudad Gótica, en sus márgenes, con todo lo feo y lo marginal, con el resentimiento a flor de piel y la venganza en todas sus formas.

Acá hay mafias que se dividen la ciudad, que son territoriales, los Falcone y los Maroni, pero los chinos, los coreanos, los latinos, y detrás de todos ellos el chofer de una de las hijas de Falcone, el pingüino, el rengo, el resentido, el de la cara picada de viruela, el invisible, que de pronto se pone el traje de estratega de la maldad y lo pone todo patas para arriba.

Su vida es una vida miserable, la relación con su madre, un vínculo enfermo que no se resuelve ni al final de la serie, lo que le hace a sus hermanos, lo que no se dice y se grita al final, una mente tan retorcida como brutal.

Y la violencia, una violencia a veces desmedida, pero que encaja muy bien en ese ser despreciable y a la vez pintoresco, pero que no nos despierta ni una sola vez un sentimiento de cercanía.

Hace cosas increíbles por lo crueles, traiciona hasta su sombra, es más ambicioso que lo que podemos soportar, y sin embargo no podemos dejar de ver la historia.

Es mucho más interesante que la historia del Jocker, disculpas si vuelvo a ese tema.

La serie es además, como si le faltara algo, muy entretenida. Si recordamos la breve aparición en la Batman de 2022, no imaginábamos este desarrollo extraordinario.

Es muy buena, poderosa, abre un abanico de nuevas historias, tiene suspenso, violencia, indaga en las profundidades de las motivaciones de la maldad, es visualmente potente y nos impacta por todos los sentidos.

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