Nahir

Algunas películas deberían sencillamente no hacerse. Esta es una de ellas.

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Es muy extraño el caso, porque hay buenos antecedentes de contenidos basados en hecho reales con gran atractivo mediático, lo que garantiza circulación y sobre todo conversaciones alrededor de un hecho no dicho, algo que en la vorágine informativa hayamos pasado por alto.

No digo la osadía de proponer finales abiertos, como ocurrió con la miniserie española El caso Asunta, de reciente estreno, o un poco más atrás con la muy buena El crimen del country, sobre el caso María Marta García Belsunce, que nos hizo a todos pensar y repasar los hechos, Nahir es tan desabrida, tan mal concebida, que no nos mueve siquiera a un bostezo.

Y es doblemente extraño porque es una serie bien producida, quiero decir, tiene el piso de calidad que Amazon propone en sus cosas.

El caso está fresco, tiene nada más que 4 años, quizá sea eso, pero no atrapa, no conmueve, no nada.

La protagonista es Valentina Zenere, que es como la protagonista de verdad de la historia, muy atractiva, pero con muy pocos recursos expresivos, todo lo que hace lo hace con la misma mueca, y es muy difícil de ver sin desorientarse.

La historia la conocemos, la tenemos fresca, Nahir mató a su novio, era una chica y una relación muy tóxica, confesó el crimen y al rato acusó a su padre de ser el autor material. No le creyeron, y se convirtió en la persona más joven en ser condenada a cadena perpetua en Argentina.

Punto, no hay más, y si nos quedamos con el relato ficcionado, preferimos las imágenes de los noticieros, por desabridas que sean.

Ni siquiera se aprovechan actores en roles secundarios, como la Antonópulos, que hace de su madre, que de alguna manera la lleva a seguir sus pasos en el mundo de los concursos de belleza. O la relación con su padre, un policía en actividad.

Hay idas y vueltas temporales que no agregan nada, no hay profundidad en ninguna de las alternativas de la historia.

Horrible, aunque muy vista. La magia de los algoritmos. Es un desafío terminarla.