A real pain
Viajar al pasado, a otra ciudad, para visitar el lugar del cual una abuela escapó del infierno, como un viaje intelectual que pretende "sentir" esas cosas que están solo en un recuerdo vago y en mucha literatura leída, cuando el dolor real está ahí, cerca, tanto que no lo podemos ver.
8 Butacas
Es una buena película que tiene a Jesse Eisenberg como un todo fabuloso. Autor del libro, director, actor, es quizá uno de los mejores herederos del mejo Woody Allen, aunque sin la chispa del gag, pero con la profundidad de lo intelectual. Nos hace reír pero por otros caminos, nos emociona mientras lo pensamos.
Dos primos hermanos, muy distintos, Jesse y el increíble Kieran Culkin, hacen un viaje juntos y solos a Polonia, a visitar la casa de la infancia de una abuela que acaban de perder y a la que quisieron mucho, pero también a los lugares adonde esa abuena sufrió un horror indescriptible, el campo de concentración en el que estuvo.
Ese dolor del pasado está muy presente en sus emociones, en sus recuerdos, pero de alguna manera lo que la película nos propone es que, sobre todo el personaje de JE, pierde de vista el dolor del presente, sobre todo el de su primo, que tiene una vida totalmente ajena a la suya, y que vive sin poder resolver su vida de adulto.
A la vuelta del viaje, en el aeropuerto, lugar del que solo queremos salir, el primo prefiere quedarse sentado un rato allí, entre viajeros que no conoce.
Conocemos de memoria el papel de Eisemberg, atorando en las palabras, muy de New York, muy mundano, muy poco afecto al contacto y enfocado en su vida, metódico y levemente neurótico, pero el que realmente sorprende es Culkin, componiendo al primo Benji, un tipo todo cuerpo, todo contacto, todo afecto y emoción (gran interpretación) ese que en algún momento queremos tener lejos porque nos avergüenza pero que en algún lugar por momentos quisiéramos ser como el.
Hay una banda de sonido exquisita y muy bien elegida, no cae en ningún golpe sensiblero ni en golpes bajos, y cada vez que puede irse para alguno de esos bordes, el director la trae de vuelta con maestría.
Es una película de duración corta, apenas 90' pero está tan bien, es tan sutil y a la vez nos mantiene en vilo por las reacciones de Benji, que nos atrapa y nos deja con ganas de más.
Son esos familiares que fueron cercanos en la infancia, que la vida fue distanciando por tantas cosas, pero que tienen esa conexión mágica intacta, que los vuelve a poner en el camino de esa infancia de tiempo compartido sin ninguna razón más que el amor.
Está muy bien la película, no podemos dejar de sonreír mientras la vemos, y pensar en nuestros propios detonantes del dolor, del recuerdo de esos seres que quisimos mucho y ya no tenemos tan cerca, y de sentimientos, de eso se trata, con la excusa de un viaje al pasado.
Vale la pena.
Comentarios
Publicar un comentario