El mejor infarto de mi vida
El relato de Hernán Casciari es tan bueno, tan potente, que llevarlo a la pantalla en formato miniserie entraña un desafío grande.
7 Butacas
Por varias razones, pero una fundamental es que Casciari tiene una voz, un tono, una manera de narrar, que requiere un buen trabajo para que todo el conjunto vibre en esa misma sintonía.
La verdad es que no lo logra, pero logra algo más interesante, que es contar una historia que puede prescindir de haber leído o escuchado el cuento original.
Un escritor en los 40 vive en la tensión de la mediana edad, cuando la mediana edad llega con cosas sin resolver.
Un matrimonio que está según él desgastado (lo atribuye quizá a que no pueden tener hijos) pero que según su esposa está terminado, una conciencia de que está derrapando en términos de hábitos, fuma mucho, come mucho, no hace ningún tipo de ejercicio, y un trabajo (el oficio de escribir) que no siempre va por donde soñó, porque, está bien, escribe, pero no sus textos solamente, tiene que también escribir como fantasma para otros.
Por ahí va su vida cuando todo cambia, se separa, tiene que tomar un trabajo que resiste, como es hacer un libro medio autobiográfico de un abogado de esos famosos y televisivos, y todo parece no tener luz en su vida.
La noche en la que se compromete a terminar ese bodrio en 3 semanas, muy a pesar suyo, salen a la noche y una de las paradas es un recital flamenco en un "conocido hotel de Puerto Madero".
Allí bailando estará Concha, y esa aparición cambiará todo en su vida.
Hasta ahí podemos adivinar una historia de amor de gente despareja, una de esas historias que van por el carril de lo que importa es lo de adentro, es decir una bella mujer que se enamora del gordito escritor.
Pero ahí habrá otras capas, que con buen criterio el guion y los directores, nos van a ir contando a lo largo del relato con unos flashbacks muy bien construidos, que le terminan dando sentido a todo lo que ocurre en el presente.
A la mitad del camino llega el famoso infarto que lo va a cambiar todo.
Y está bien que no sea el centro de la historia.
Lo que ocurre a partir de ese momento de máxima tensión con todos los personajes, con el protagonista, su madre, su ex pareja, Concha, y sobre todo, con los anfitriones uruguayos (ahí sucede), una pareja encantadora que recibían por primera vez huéspedes en una parte de su casa que pusieron en Airbnb.
Todo va a cambiar a partir de esa casi tragedia.
Y esas vidas no volverán a ser las mismas.
Está bien contada, tiene el aditivo de dos orillas, porque parte del elenco y de la historia es 100% española, hay un porcentaje argentino y otro uruguayo, y no te distrae ni te atosiga con datos nunca.
Alan Sabbagh se luce como ese escritor al borde de ser looser y alter ego del dueño del relato y del lado argentino, Eleonora Wexler como su pareja, Rita Cortese como su madre y Rafael Spregelburd hacen sus apariciones con gran oficio y en el caso del personaje del abogado que hace este último, una caricatura muy bien hecha.
Del lado español, lo mismo, la Concha que interpreta Olivia Molina, y el Tito que hace Imanol Arias son entrañables ambos.
La pareja uruguaya lo mismo.
Todo el elenco es muy parejo.
No me gustó tanto la banda de sonido, muy moderna para la historia, disonante, hubiera preferido algo más clásico.
Si no escuchaste a Casciari contar en primera persona lo que le pasó, cómo lo trataron en esa casa en Uruguay, lo que escribió y se transformó en un cuento y luego en un libro de cuentos, y todo lo que pasó después no lo hagas, disfrutá esta miniserie de Star+ que vale la pena.
Te deja con la sonrisa dibujada en el rostro, y eso está muy bien.
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