Wind River

Wind River

Los pueblos originarios y sus penurias de acá y de allá, en un western moderno y despiadado.


6 Butacas



Un cazador veterano, un profesional de buscar huellas y matar depredadores, que trabaja para la agencia de gobierno que busca asegurar el equilibrio natural, ahí adonde las especies solas no pueden lograrlo, es llamado a colaborar con una agente del FBI que llega al pueblo a investigar un brutal asesinato de una joven lugareña.

Rodada enteramente en los paisajes desolados y brutales del nevado desierto de Utah, la película se desarrolla en un ambiente hostil, en el que los nativos americanos y los lugareños se las arreglan para convivir, y en el que la parquedad y las pocas palabras son la música y el compás cotidiano.

Le va bien el rol del cazador solitario a Jeremy Renner, porque es medido en sus miradas, en sus gestos, y nos convence que arrastra una soledad de años, producto sospechamos de un hecho trágico, que lo determina como personaje.

Un día, en sus incursiones de caza para equilibrar los desequilibrios que proponen los depredadores, encuentra un cadáver congelado en medio de la montaña, y allí comenzará una investigación con la que colaborará de manera comprometida.

El FBI manda a la agente que tiene más cerca (Las Vegas) y ese contraste entre la agente de la ciudad y los lugareños, serán un telón perfecto para contar esas diferencias, no solo entre la ciudad y el campo, sino también entre los pueblos originarios y su cultura, y la del hombre blanco.

En medio de esa historia central, iremos descubriendo qué dolor atraviesa al personaje de Renner, y ese condimento será importante para entender su conducta.

Es un western moderno, porque la justicia llegará por el camino no formal, por el lado de una especie de venganza, que pone las cosas en su lugar sin esperar los tribunales.

Es una película correcta, parca, con gran fotografía y un sabor a cosa que ya vimos, pero que no desagrada.

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