Molly's game

Molly's game

Larga, demasiado texto, mucha explicación como diciendo al espectador "ojo que acá tenis que interpretar esto..." ni siquiera un buen trabajo de la dúctil Jessica Chastain




3 Butacas




Los pergaminos previos estaban todos en la pared. Aaron Sorokin es un creador de series de TV exitosas, hábil narrador de cuya cantera podemos recordar la película sobre Facebook, Moneyball, aquella en la que brilló Brad Pitt hace unos años, y en TV nada menos que The west wing, quizá la primera serie que recordamos con cariño junto con Los Sopranos.

Pero los pergaminos se ponen amarillos o quizá, como en esta película, son tantas las cosas que se quieren contar, que no alcanza la pantalla.

La película nos cuenta una historia real, la de una esquiadora de elite, que casi cumple su sueño olímpico, y que después de ese fracaso decide tomar un sabático e irse a California, en donde por casualidad descubrirá el mundo glamoroso de las apuestas clandestinas.

Comenzará a trabajar para un organizador de mesas de póquer exclusivas, clandestinas, y a poco que entienda el negocio, se abrirá por su cuenta, montando una verdadera máquina perfecta.

Nada es para siempre, y a medida que las fortunas de los invitados a jugar crecía, también la turbiedad de los fondos a jugar, entonces se pone en la mira del FBI.

La película tiene estructura clásica, vamos a ir entendiendo la historia a partir de los relatos de la protagonista a su abogado, y en eso se pierde toda la energía.

Hay una pretensión de hacernos ver la raíz del comportamiento y actitudes de la protagonista a partir de la relación compleja con su padre (Kevin Costner) que es psicólogo y que resuelve hacia el final del relato, toda la vida de su hija con tres simples preguntas.

Obvia a veces, tediosa por los diálogos rápidos, como queriendo cortar camino, y poco atractiva visualmente. NO está a la altura de ninguno de los involucrados.

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