Fading Gigoló

Fading Gigolo



Si fuera un vino, podríamos leer en su etiqueta “clásico, Turturro elabora este blend con cepas clásicas, equilibradas, conocidas” y estaríamos haciendo justicia.
Esta es una película que vibra en esa sintonía, la de Brooklyn, la de Manhattan, la de los barrios judíos ortodoxos, la de los italianos fogosos, la de la melancolía de la ópera y la de los sentimientos.
Y la de Woody Allen, la de su modo de hablar, tan presente todo el tiempo, su cadencia, sus reflexiones sobre la vida y la muerte, sobre el amor y el vacío, sobre las calles de esa ciudad que venera y sufre.
Turturro hace entonces una película clásica en todo sentido, la escribe y la dirige.
Y está bien hecha, aunque la historia que nos presenta es demasiado obvia y básica, no deja de arrancarnos una sonrisa cómplice. Es pequeña, pero no pretende otra cosa.
Un librero llamado Fioravante (Turturro) tiene que cerrar su negocio por falta de clientes, y esa tarde su viejo amigo Murray (Allen) le cuenta que su dermatóloga, que es una bellísima y rica señora de Manhattan (nada menos que Sharon Stone) tiene la fantasía de un trío sexual con una amiga (la bomba latina Sofía Vergara), y que está dispuesta a pagar 1000 dólares por conseguir al amante.
Murray le propone entonces a Fioravante que sea él, que necesitan esos dólares ahora que el negocio está en baja, y este termina aceptando lo que será una sociedad lucrativa.
La historia es buena, no tanto la materialización de esos días de sexo pago y sus enredos. Quiero decir, le falta enredo, comedia, situaciones, para que sea una película capaz de llevarnos un poco más allá de la anécdota del italoamericano familiero que se ve forzado por su amigo judío a una aventura de esta calaña.
Allen será ácido, realista, picante, y Turturro navegará entre la culpa, la vergüenza, el descubrimiento y el enamoramiento, que será el culpable del fracaso final del negocio.
Es una película que parte de una buena anécdota, pero menor en su desarrollo.
Es para nostálgicos de aquél viejo cine de Woody en el que las historias menores mandaban.

Turturro es un director y escritor interesante, que tiene una búsqueda muy italiana de raíces (su comedia musical Romance y Cigarrillos es muy interesante) pero que todavía no despegó con un trabajo definitivo.

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