Black Mass

Black Mass




Scott Cooper es un buen director joven, nos deleitó con la Crazy Heart (inolvidable Jeff Bridges) y con la compleja Out of the furnace.

Afecto a los mundos oscuros y los personajes complejos, de interioridad complicada y violencia o romanticismo extremos, esta vez nos pinta una historia real, la de un violentísimo matón del sur de Boston, James "Whitey" Bolger, irlandés de pura cepa interpretado por Johnny Depp.

Ambientada en los 70 y 80s, una clásica guerra de territorios, y de nacionalidades, irlandeses e italianos peleando por las calles y el control de los vicios, con la particularidad de un personaje que es, además de controvertido y extremadamente violento, hermano de un famoso senador por el estado.

Bien narrada, bien interpreada (Benedict Cumberbacht muy bien como el hermano senador) Bulger será, además de todo lo malo que se puede ser para sobrevivir en esas calles, informante del FBI en su cruzada contra la mafia italiana.

Una condición rara, si se tiene en cuenta que, efectivamente sus aportes (algunos inventados y forzados) sirvieron para poner a varios italianos presos, mientras se le liberaban las calles para los negocios propios.

Esta tensión está muy bien contada en el film.

El que propone el acuerdo, desde el FBI es un viejo amigo de los hermanos Bolger, el agente Connoly, que poco a poco se irá mimetizando con los malos.

Hay buenas interpretaciones, un creíble tratamiento de la historia y dos actuaciones para destacar en párrafos separados.

Una es la que elabora Joel Edgerton, un hasta hace poco desconocido actor que me sorprendió buenamente con The Gift, comentada en Butaca hace pocas semanas, y que además dirigió. Acá compone a ese agente del FBI que propone y sostiene el acuerdo con el mafioso, que al principio le reditúa ascenso y prestigio, pero que a medida que pasan los años, se va convirtiendo en una carga, hasta terminar preso.

Y el otro párrafo es para Johnny Depp.

No suelo elogiarlo. Me parece un exitoso hombre de negocios, un actor de franquicias, como puede ser Robert Downey Jr., con capacidad innata para que la pantalla lo capte, y para transmitir sensaciones en la audiencia. Pero por lo general opta, según mi mirada, por el camino corto, el de la caricatura, la exageración de rasgos, las pelucas, las pinturas, las máscaras.

Le funciona, y su locura personal y excentricidad hacen el resto.

Pero en esta película está muy bien. No solo hay una máscara cuidada, hay una interioridad desconocida en sus interpretaciones anteriores, una tensión interna muy bien lograda y una despreciable capacidad de violencia extrema.

En resumen es una buena película, no solo para los amantes del género.

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