La Traviata

La Traviata Teatro Colón temporada 2017

En la temporada lírica del Colón, volver a las puestas tradicionales a veces es una necesidad, pero tampoco hay que irse al pasado. Difícil equilibrio para una programación exigente.


6 Butacas


A veces nos quejamos de puestas osadas, vanguardistas, pero que no terminamos de disfrutar porque nos desafían no solo lo que creemos que vamos a ver, a veces también el buen gusto.

Es un equilibrio complejo eso de programar en un teatro de esta dimensión.

Entonces, para que funcione un flujo interesante de arte, se programan versiones clásicas, la que intuimos, la que imaginamos por haberla visto tantas veces, y vamos seguros a un lugar que conocemos.

La puesta de La Traviata de esta temporada 2017 intenta creo ir por ese lado.

Pero no está exenta de riesgos esa decisión. Y queda claro con esta nueva versión verdiana.

La puesta atrasa. 

Intuyo que era vieja cuando Franco Zeffirelli la puso, allá por los años 60.

El dispositivo escénico es impactante, cumple con los requisitos del autor de reflejar a la audiencia, en una comunión con los cantantes y sus circunstancias, tiene pompa, color, brillo, pero huele a viejo.

Y no solo por respetar la época.

Por las marcas escénicas que no aprovechan las virtudes de un escenario fabuloso, por lo poco arriesgada, por lo lineal.

Las voces son un tema aparte.

Me tocó ver la combinación soprano extranjera tenor argentino.

La soprano es sencillamente maravillosa. Histriónica, potente, buena actriz!! Se llama Ermonela Jaho, es de Albania, y además es bellísima. 

El tenor, Darío Schmunck sencillamente no se lo escucha. No tiene tintes. No pudo pasar emoción a su Alfredo.

De todas maneras, la ceremonia, siempre es hermosa y es un gran espectáculo.

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