Plan de escape
Plan de Escape
Están los dos Rocky y Terminator, o Arnold y Sly, en el
momento de su carrera en el cual, si bien hay que seguir pagando cuentas y
divorcios, los dos pueden elegir las cosas que encaran.
Y no tienen pretensiones. Es decir, se nota que no están en
la búsqueda de ese rol que los haga aparecer como actores del método para
futuras generaciones, o los haga trascender o sorprender.
Nada de eso, en Plan de escape, serán otra vez dos héroes
con identidades falsas, dos maestros de la simulación que se esconderán la
verdad todo el tiempo, compartirán peligros y aventura, y se darán la mano al
final feliz, como dos caballeros que han vivido demasiado.
Y hay tiros y piñas y malos malísimos y situaciones de
máximo estrés, como no puede ser de otra manera.
Sly es dueño de una empresa privada que se dedica a testear
las prisiones de máxima seguridad en todo el mundo. La empresa es él mismo, que
se hace introducir en los penales de manera encubierta para simplemente buscar
la manera de escaparse.
Y así lo hace, cobrando fortunas cada vez que encuentras
fisuras hasta que una bella señorita, haciéndose pasar por agente federal lo
tienta con mucho dinero para que se introduzca en una verdadera fortaleza que
ni siquiera sabe en qué lugar se encuentra, para escaparse.
Allí lo llevarán sin que pueda saberlo y se encontrará con
la más compleja maquinaria de encierro.
Y con Arnold, que luego sabremos, también esconde más de lo
que deja ver en esa cárcel.
Lo demás, lo imaginamos. Hay amistad, hay golpes, hay
estrategias de escape, hay tiros, hay malos muy malos y hay siempre una luz al
final del túnel.
Gran acción, como no puede ser de otra manera, guiños
permanentes a sus carreras y sus trabajos y sus ganas de estar juntos en la
pantalla, y esa sensación de que, a los 60 largos pueden con las piruetas, las
caras y la sabiduría.
Es muy entretenida.
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