Run all night

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Ok, otra de Neeson, de este Liam Neeson reciclado en tipo de vuelta de todo, medio marginal, casi siempre de excesos pasados, que las circunstancias meten en horas desesperadas en las que todo puede pasar.
Encontró un perfil distinto a toda su carrera, sin dudas lucrativo, pero del que quizá debiera alejarse un par de años, o al menos alternar con algo un poco más desafiante actualmente, aunque a decir verdad, ya no me acuerdo si está a la altura.

Pero estas les salen bien, si el guión es atractivo, y este lo es, uno pasa un buen rato.

Estamos en Nueva York, Neeson encarna a un sicario a sueldo de un capo mafia (buen trabajo del siempre correcto Ed Harris), será irlandés como debe ser, y todo será sórdido también como debe ser.

Harris tiene un hijo, descarriado como manda la historia, y una macana de este muchacho lo pone en un brete, en un guay fulero como dice el tango, porque casualmente involucran en una serie de malos entendidos a su propio hijo, al que por supuesto no ve hace rato porque se alejó de su familia (nos enteraremos que para protegerlos) y que una cadena de casualidades puso en el lugar que no debía estar en el momento menos oportuno.

Es medio críptico como lo cuento, pero es porque si bien la trama está bien construida, de lo simple que es y previsible, puedo dar detalles que no vienen al caso.

La cuestión es que su aliado de toda la vida, aquél para el que trabajó y para el cual ha despachadlo a tantos, ahora es su peor enemigo, y ese duelo de titanes se trasladará a las calles de la ciudad.

Ahí está la mejor parte, la película esta muy bien filmada por está catalán llamado Jaume Collet-Serra, que lo ha dirigido en Unknown y en Non Stop. Lo que se dice, una fórmula segura.

El hijo lo hace Joel Kinnaman,, si, el Holder de The Killing, y es un placer volver a verlo.

La película supone estar narrada en tiempo casi real, en lo que va de una noche hasta el amanecer, y tiene momentos en los que prescindimos del paso de los minutos, eso es que estamos entretenidos.

Lo dicho, Neeson encontró la fórmula de la taquilla, devenido en un tierno malandra, o ex agente, siempre bueno en el fondo y con un dejo de melancolía. Bastante bien para su alta humanidad irlandesa. 



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