Ariel Ardit

Recital de Ariel Ardit "Inédito" Bebop Club Agosto 2016

El standapero del tango y su esencia de la década dorada



9 Butacas





Suena un piano, la luz está sobrando... arranca Ariel Ardit de impecable traje sastre desde la penumbra de un Bebop colmado. Se abrirá camino entre las mesas y su voz, tal vez será su voz, sin micrófono sonará diáfana, poderosa, íntima.

Con el exquisito piano de su eterno arreglador como única compañía, se sentará en el centro de la escena, encenderá su sonrisa grande, y hará su show que no solo se compone de canciones.

Y ahí está uno de sus secretos. Sabe de show, sabe de enamorar al público, sabe contar, y tiene la picardía de un tanguero setentón, que ha vivido todo, aunque recién haya pasado los 40.

Su porte, su decir, su sonoridad y su repertorio son potentes. Es un típico cantor de la década dorada del Tango, con sus cadencias y sus exquisitas mañas musicales.

El repertorio de este show que ofreció todos los sábados de Julio y Agosto fue inédito, tangos que no grabó nunca pero que están ahí y lo buscaron para recrearlos.

Después de un set largo de tangos en la intimidad, sube la orquesta de bandoneón, contrabajo y violín, y todo se potencia aún más.

Y la sonoridad y las risas invaden la platea y todos se lucen, a su tiempo.

Y todos parecen disfrutar como lo estamos haciendo nosotros, los que fuimos a su misa de sábado a la noche.

Y habrá bises, y habrá invitados en la platea que no suben al escenario pero que están.

Para Cuti Carabajal cantará Noche Provinciana de Manzi, y cantará Mariposita para que un cantor sentado en su mesa que esa noche solo era un espectador lo ayude con una estrofa, y cantará Fuimos y Grisel y terminará a toda orquesta con "Que me quiten lo bailao".

Buenos climas, como en "En carne propia", buena voz, buenas historias.

Hay que verlo, es asomarse a esas orquestas y esas atmósferas que contaban nuestros mayores, con la picardía y la ductilidad de un joven que no parece serlo.

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