Fargo (la serie)

Fargo (la serie, tres temporadas)

Tres temporadas de sublime belleza narrativa, ironía sin límite, absurdo, violencia y morbo. Los malos muy malos y los buenos obstinados. No se puede dejar de ver




9 Butacas




Fargo no pretende nada, cuenta una historia que empieza simple, conflictos domésticos, gente buena que se trastorna, y se compleja en el desarrollo de sus diez capítulos, hasta incomodarnos y despistarnos.

Contada con un estilo narrativo exquisito, una banda de sonido impecable y con mucho sentido de pertenencia al texto, esta creación para televisión es de las mejores series que pueden verse hoy.

Tiene todos los condimentos, y una estética inspirada en la película de los hermanos Cohen, con paisajes fríos, una Minesota profunda con gente sencilla en la que pequeños conflictos, pequeños desvíos morales de gente buena, se irán complejizando con la intervención de malos externos, muy malos, que harán todo muy complicado.

Parecerá siempre que los criminales zafan, pero todo puede cambiar en un segundo, y cambia.

Con elencos muy interesantes, sobre todo en materia de malos invitados (como en Batman) siempre nos encontraremos con una policía obstinada, con debilidad por su familia o alguna fragilidad que nos haga compadecerla, pero será feroz a la hora de perseguir la ruta de la maldad, que nos siempre está a la vista para todos.

Absurda, bien contada, filmada con buena técnica en la cual la cámara juega un rol relevante, que incluye narraciones en off y motivos musicales que dan comienzo o final a los capítulos, es una maravilla de narración y estética.

Su creador para televisión,  Noah Hawley, hizo todo el trabajo solo hasta que presentó el piloto a los hermanos Cohen, creadores de la película homónima de la década del '90. El efecto en ellos fue tan fuerte, que decidieron producir la serie.

Más allá de que no es lineal, la inspiración en los personajes y la atmósfera está recreada de manera virtuosa.

Es imperdible, en clave de ironía.

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