Edha

Edha

La crítica, las redes sociales, los chimenteros, hay sido despiadados con esta serie. ¿Está bien?


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Es la primera producción de Netflix en Argentina (ya sabemos que la plataforma está embarcada en un presupuesto para producción de contenidos de 7 mil millones de dólares) y hay algo inherente al formato y a la plataforma, que no podemos dejar de tener en cuenta a la hora de evaluar críticamente la serie.

Daniel Burman es el director elegido para llevar adelante el proyecto, y está bien! Tiene pergaminos para mostrar, sabe contar historias (EL abrazo partido, El misterio de la felicidad, El rey del Once) y sabe trabajar con la cámara.

Y además es de los que conoce el sistema de producción de estas cadenas, con su trabajo para la coproducción Supermax, otra miniserie de 10 capítulos hecha en conjunto con Brasil.

Quiero decir con esto, que Netflix se asegura un piso técnico acorde a sus producciones en todo el mundo, y a la vez un tono, un formato, que impone cierta aureola de cosa universal.

No demasiado local y tampoco exageradamente neutra.

La excusa es el lado B, el oscuro, del mundo de la alta moda, de las pasarelas y los modelos, que se nutren muchas veces de trabajo esclavo y traiciones fenomenales.

Ese submundo, de los talleres clandestinos, de los que trabajan por monedas y terminan arriesgado su vida en lugares no aptos para el trabajo, el de la precarización, está bien reflejado y es el escenario en el que se monta la historia de Edha, que es la dueña de la marca y protagonista absoluta del relato.

Edha es hija de una artista de vanguardia, que muere cuando ella es una niña en circunstancias poco claras.

Esa muerte, marcará de alguna manera su adultez, ya que el misterio que encierra ese trauma la acompañará por siempre, y será determinante para su desarrollo.

Acostumbrada a los caprichos, madre soltera adolescente, se hizo camino en el mundo de la moda, de la alta costura, a fuerza de excentricidades y un padre encargado de los negocios (todos los negocios).

Se va planteando el ingreso de los personajes, los que buscan venganza, los que rodean a Edha y han vivido de ella toda la vida, y un marginal, que será el co protagonista, en busca de acercarse a la diseñadora para vengar a su hermano, que trabajaba en un de los talleres de costura.

Edha es un buen producto, digno, ágil, es una historia que, si la viéramos hablada en Sueco o en Francés, nos parecería interesante, porque la historia lo es.

No deslumbra, pero acompaña bien el desarrollo.

Ahora bien, adónde están entonces los puntos flojos? Por qué el ensañamiento?

Básicamente hay un desgano insoportable y dañino en algunas actuaciones.

Y sobre todo, hay una pésima elección de la protagonista. Juana Viale no está a la altura de ese personaje, puede funcionar, como de hecho lo hizo, en una tira diaria, en la cual el compromiso con los matices, con las profundidades, las motivaciones de un personajes, se superan con la dinámica misma de la historia, pero definitivamente no para una trabajo que requiere resolver en 10 capítulos, una historia compleja.

La protagonista tiene un pasado traumático, un presente vertiginoso y un futuro incierto. Nada de eso se refleja en la paleta de colores interpretativos de Viale, que transita con la misma expresión todos los estados de ánimo.

Además se elige el recurso de una locución en off, que se torna monótona y sin matices.

El resto de los actores, que tienen que jugar con ella escenas centrales, no pueden con esa dureza, y sucumben.

Aún los más destacados y de más trayectoria.

En el elenco se destacan Pablo Echarri, que compone con oficio a un abogado exitoso, a punto de convertirse en Juez de la Corte Suprema de Justicia que es padre de la hija de Edha, la joven actriz que hace de su hija, y en algunos pasajes Sofía Gala Castiglione, que se mueve con naturalidad en el mundo de la marginalidad.

Edha es entonces un producto digno, de factura prolija y narración interesante, que para el mercado local presenta el inconveniente de las interpretaciones, lo que quizá pase de largo en otros países.

Hay otras producciones destinadas a plataformas de streaming, hechas durante el 2017, que fueron muy superiores en todos los aspectos, Un gallo para Esculapio, o el Jardín de bronce, por caso.

Esta es fallida, aunque por razones muy particulares.

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