Durante la tormenta

Durante la tormenta

La producción española de contenidos pasa por un gran momento. Éxitos, sagas, pero por sobre todo, en una búsqueda permanente de calidad, intentos para todos los gustos y géneros. Durante la tormenta debe ser vista en esa clave



5 Butacas




Porque la historia está muy bien, la narrativa está acorde, pero el libro y las actuaciones no están a la altura.

En líneas generales, claro, pero es la impresión general del cuadro.

La historia es interesante. Nos sitúa en el 9 de noviembre de 1989 (el mismo día en que cae el Muro de Berlín) y en la casa de Nico, que es un niño de 12 años que se apasiona por grabarse mientras toca la guitarra. 

A Nico lo cría su madre soltera María, y esa misma noche, que María tiene que dejarlo solo en casa porque se va a trabajar en ese turno, se desató una tormenta eléctrica de 72 horas. Impresionante tormenta que es comentada por todos los medios de comunicación por su inusual ferocidad.

Nico, mirando por la ventana de su habitación, es testigo de una escena violenta en la casa de su vecino, Ángel Prieto. No aguanta con su curiosidad y se mete en la casa y tropieza con Hilda Weiss, la esposa de Prieto, que yace muerta. 

Corriendo asustado por Prieto, quien lo descubrió en su casa, Nico es atropellado por un automóvil que pasa y, como resultado, muere. 

Hasta ahí nada extraño, pensamos en un crimen que quedará impune.

El tema se pone interesante cuando veinticinco años después, el 9 de noviembre de 2014, Vera Roy es una mujer que divide su tiempo entre trabajar como enfermera en el hospital y su familia: su esposo David Ortiz (el ocupadísimo Álvaro Morte, el profesor de Casa de Papel) y su pequeña hija Gloria. 

Para celebrar la mudanza a su nueva casa en los suburbios, invitan a su amigo y ex novio Aitor Medina y a su madre Clara a su casa donde Vera se entera de que ella y David viven en la casa de Nico y que después de su muerte, Ángel Prieto fue arrestado y se suicidó en la cárcel tres meses después. 

Esa noche, después de la cena, Vera se encuentra con el viejo televisor analógico y el equipo de cámara usado por Nico la misma noche en que estalló la tormenta de 72 horas. 

Después de encender el televisor, la tormenta conecta los dos dispositivos como uno solo, y Vera habla con Nico y le advierte sobre su muerte inminente. 

Pero después de la conversación, Vera se despierta en el hospital en una línea de tiempo paralela: desconcertada y confundida, Vera se da cuenta de que no es una enfermera sino un médico que pasa unos días de baja por enfermedad después de la muerte de un paciente; su hija Gloria ya no existe; David está casado con su ex novia, Úrsula; Aitor Medina nunca fue su novio; y Prieto sigue vivo y felizmente casado con Clara Medina. 

Con sus recuerdos constantemente cruzando ambas líneas de tiempo cada vez que Vera toca a alguien, se encuentra con el Inspector Leyra (Darín jr) en un intento de demostrar la credibilidad de su historia. Renuente a creerle, Leyra acepta investigar con ella y ambos se embarcan en una búsqueda de pistas y pruebas que puedan ayudar a descubrir la verdad. Con el tiempo agotándose y unas pocas horas antes de que la tormenta sople. 

En la creencia de que la clave de este acertijo de tiempo es averiguar el paradero de Nico Lasarte y probar el asesinato de Hilda Weiss, Vera intenta no solo recuperar a Gloria, sino también arrestar a Prieto y hablar nuevamente con Nico. ¿Cuál de sus dos vidas paralelas es real? ¿Es su vida anterior un engaño? 

De eso va la película, que en algún momento y de tantos giros, se desvía de la tensión original para distraernos un poco.

Está bien narrada, es interesante, pero quizá comete el pecado de querer contar demasiado, de darle mucha rosca a la trama, de manera de marearnos un poco.

Y el otro punto flojo son los actores. Salvo Morte y conrrecto Javier Gutiérrez, el resto del elenco, casi todos, no logra la altura interpretativa que requiere una trama que intenta tenernos al borde de la silla.

Esa falencia se intenta cubrir con un guión que se retuerce demasiado.

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