El desorden que dejas

El desorden que dejas

Rural, con destreza narrativa y algo perezosa, una interesante producción de Netflix que se soporta en dos buenas actrices y una buena edición temporal.




6 Butacas



Basada en una novela éxito de ventas en 2016, cuenta la historia de Raquel, que es profesora de literatura (Inma Cuesta) y viene cansada de la vida. Su madre que acaba de morir y sobre todo, un matrimonio desencontrado, con marido sin trabajo y con algunos vicios, y poca vida en común.

La serie (de 8 entregas) arranca con un viaje lleno de esperanzas, Raquel acepta dar clases en un colegio secundario del pueblo de Galicia en el que nació su marido para que allá, sin presiones de la ciudad, empezando una vida nueva más tranquila y alejada, puedan darse un nuevo comienzo.

Pero al llegar a su clase, con algunos indicios brutales, comienza a encontrarse con la vida de la profesora a la que sustituye, que fue encontrada ahogada unos días antes, no se sabe si víctima de un suicidio o un asesinato.

Con ese comienzo fuerte, se construye esta serie de matices, de momentos, y de transiciones sutiles. Porque vamos a ir y venir en las historias de ambas profesoras, yendo al pasado y volviendo al presente en situaciones similares de las dos protagonistas, para ver cómo reacciona una y la otra, cuáles son los fantasmas que las rodean y cómo son como personas.

Viruca es la profesora anterior (una enigmática y bella Bárba Lennie) y poco a poco nos iremos enterando de que, además de ser una profesora capaz de conmover a sus alumnos adolescentes con las lecturas que recomienda, de hacerlos llegar hasta el fondo de sus almas confundidas para sacar sus fantasmas y frustraciones, también es capaz de animarse a cosas más oscuras, un personaje complejísimo que logra esos momentos con una economía de gestos muy interesante, solo con miradas y algunas inflexiones de la voz.

Por lo demás, la historia tiene buenos momentos, pero no logra un ritmo que nos haga tener ganas de empezar el próximo capítulo. Es morosa por momentos, y desarrolla algunas historias paralelas que no contribuyen, ya que la historia central tiene una potencia que no necesita de anabólicos.

Después de la mitad, si bien nos falta encontrar las razones que llevan a los protagonistas a hacer lo que hacen, la historia deja a un lago la complejidad interesante del comienzo y se torna una historia policial más, simple, sin sorpresas, y narrada de manera convencional.

Aunque el desenlace está bien, quizá no está a la altura de lo que se viene contando, a veces pasa.

Policial rural, con mucho de psicológico y bien actuado.

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