Un caballero en Moscú

Basada en una novela extraordinaria del mismo nombre, escrita por Amor Towels, esta serie de 8 capítulos que trae Paramount+ es bellísima y atrapante.


10 butacas



Nos lleva a la revolución rusa, un conde, Alexandr Rostov, huye llevándose a su madre a París en medio de las revueltas.

Pero contrario a todo lo que se pueda pensar ¡Vuelve! desconcertando a todos, sobre todo a los poderosos miembros del Partido Comunista, que cuando lo reciben de nuevo en Moscú y lo apresan, no saben qué hacer con él, o cómo evaluar su caso insólito.

En la exhaustiva revisión que se hace de su vida (caso) para saber qué tipo de condena darle, encuentran un poema, unas líneas muy inspiradas que llevan su firma y que de alguna manera muy bien escrita, apoyan los ideales revolucionarios.

Entonces? Qué hacer con semejante personaje?

La condena es simple, deberá vivir hasta nuevo aviso en el Gran Hotel Metropol, un hotel sofisticado y bellísimo frente a la Plaza Roja y el Bolshoi, adonde obviamente el Conde se hospedó toda su vida.

Claro, para su sorpresa, no va a ser destinado a su habitación (que hasta tenía cosas suyas) sino que lo confinarán en una habitación de servicio de la dimensión, o más chica, que cualquiera de sus baños.

A partir de ese encierro, que dura unos 40 años, la historia nos cuenta cómo se acomoda a esa vida, y la relación con algunos personajes que van a pasar por su vida de manera muy significativa, los empleados del hotel (al cabo de unos años y por sus refinados conocimientos de cocina, vinos, se convierte en un camarero exquisito) Nina, una niña que quiere que el Conde le enseñe a ser princesa, Anna Urvanova (una ascendente y esposa en la vida real del protagonista Mary Elizabeth Winstead), una actriz extraordinaria que pasa de ser preferida de Stalin a ser ignorada, y los personajes que se suman a su vida más adelante, y que se convierten en sus familia.

La historia es hermosa, es adictiva, y es tan extraordinaria desde el punto de vista narrativo, que el paso de la novela a la pantalla es muy adecuado y muy bien resuelto.

El mismo Towels, el autor, se involucró en el proceso y es productor de la serie.

Un detalle, además de una exquisita recreación de época, es una bella banda de sonido, compuesta por un argentino, al que descubrimos en los títulos, Federico Jusid, hijo de Juan José el cineasta.

Es dulce, en conmovedora, es rigurosa desde lo histórico (la manera de contarnos lo que pasa afuera es a través de personajes que pueden salir y entrar obviamente) y tiene unos personajes desarrollados de manera pareja y singular.

A veces las adaptaciones de libros tan exitosos no son buenas, o todo lo buenas que pueden ser, pero esta es una excepción muy bienvenida.

Ewan McGregor es el conde, y está perfecto, Bandini que leyó y disfrutó está novela quizá lo imaginó algo distinto, pero el escocés lo hizo a la perfección.

La paleta de emociones que maneja es brillante, de la risa a la melancolía y la reflexión sin darnos cuenta, producto de la historia y la dirección.

De lo mejor que se puede ver 

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