The company you keep


The company you keep


Robert Redford ataca de nuevo, dirige, produce, hace lo que no debe dejar de hacer para que todos seamos felices.
Esta es una historia poderosa, vigente, pero lo más asombroso es que es además cercana para nosotros.
En pleno post Vietnam, Estados Unidos estaban peleando en demasiados frentes demasiadas peleas. Como en París, Uganda, y Latinoamérica (aunque no hay una sola mención a la región en el texto) grupos de izquierda (radicales en USA) educados, de familias acomodadas, se organizaron para unir sus ideales a la lucha para cambiar las cosas, lo que en muchos lugares del mundo significó lucha armada.
Weather Underground es el nombre de uno de esos grupos, que actuó en Estados Unidos mezclando movilización, acción psicológica y en algunos casos, bombas y asaltos a bancos.
Hubo muerte, y esas muertes están demasiado presentes a pesar de los años que pasaron.
El elenco es increíble por lo poblado y por lo efectivo, actúa Redford, pero está Julie Christie (me creerían si les cuento que una noche de verano en Pinamar cené a escasos metros de ella? Había llegado a una vieja casona de Madariaga para filmar con María Luisa Bemberg?) y Shia LeBauof y Sam elliott y Richard Jenkins y Sanely Tucci y Chris Cooper y Susan Sarandon (siempre bella) y un irreconocible Nick Nolte. Todos bien, todos muy bien.
Uno de los hechos fue un asalto a un banco en Michigan, que terminó mal. Nadie iba a morir ese día pero un guardia hizo lo que no tenía que hacer y murió.
El grupo se empezó a diseminar, poco a poco fueron tomando nuevas identidades, empezando nuevas vidas, escapando de una cárcel seguro y compleja.
Ideales, nuevas historias, nombres, parejas, casas, estados.
Hasta que, cansada, con sus hijos grandes y motivada por no sabemos qué razón, una de las mujeres del grupo se entrega y a partir de esa captura, todo el grupo tiene que ponerse en guardia.
Un periodista de un diario chico de Albany, en Nueva York, será el que con astucia de sabueso seguirá la pista de todos, pero a la vez sospechará siempre de los movimientos de Redford, que había encausado su vida anónima casándose y teniendo una hija que no llega a los 12.
Ese será el punto que los desconcertará, en lugar de volver a huir a un destino nuevo, con ella, la deja explícitamente en la casa de su hermano, como insinuando que volverá, que tiene algo que resolver.
Y de eso va la película. Que se va construyendo sin flashbacks (hubiera sido un recurso más que válido) sino por los relatos, por la nostalgia de aquellos días, de personajes que, encontrando su lugar en el mundo, con sus cosas vueltas a hacer y vueltas a encausar, no quieren saber nada con esos días de nuevo, aunque en algún lugar sienten que dejaron algo sin terminar.
Es bueno es clima, esas miradas, esos recuerdos que se van hilvanando a medida que los personajes aparecen.
La que tiene la llave, la clave de su libertad, es una de las líderes del grupo, que sabía el rol que él había tenido el día del banco, y que, como supone el periodista (LeBeouf) puede contarlo y hacer que lo exoneren, y por supuesto así volver a su vida.
Pero en el transcurso del relato aparecerá una historia de amor, una hija, un policía y el pasado.
Cuando digo que hay olor a historia cercana, es por la vida de este grupo activista, su génesis, su actividad, su clandestinidad, sus ideales, su manera de procesarlos.
Y la vida de una hija nacida en esos días, de la Christie y Redford, criada por el policía que actuó en la investigación del hecho del banco.
Demasiado cercano a nuestra historia.
Aunque visto a la distancia, sin el dramatismo de la nuestra.
Es una buena película.
Que lamentablemente se escapa de los cánones de la ficción, por la proximidad con nuestra propia historia.
Claro, es la industria, aunque está Redford, es la industria y no hay más profundidad que la que relato, es eso, se cuenta y se terminó.
Lo bueno es que no se pontifica, no se inunda de moralina la pantalla y tampoco se redime a nadie. Es lo que es.
Una buena película, bien actuada, ágil, con buenos intérpretes y la mano de Redford, que ya nos tiene acostumbrados a las cosas buenas.

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