The Words


The Words

Esas palabras que nos salvan, que nos hacen pasar el dolor, nos sientan al lado de la chica más linda, nos hacen ganar la guerra y la paz, tomar el último tren o saborear el mejor vino, esas palabras que nos redimen no pueden ser de otros, no hay profundidad ni pasión ni sentido si solo son parte de una buena historia.
The Words habla de eso, de historias dentro de historias, de una espiral literaria que nos cuenta en al menos tres capas una historia de redención, de suceso inesperado pero necesario y de duda moral.
Un escritor presenta un libro (a la manera gringa, que es la lectura en un auditorio de dos o tres de sus capítulos por parte de su autor!) que trata sobre otro escritor joven que, después de intentar e intentar e intentar descubre, por obra de la casualidad más inesperada, un manuscrito antiguo, en otro país, y de otro tiempo, y otro escritor, el autor de la historia original, que es el único de los tres que solo quería curarse las heridas con su texto, se enfrentará a su obra 40 años después de haberla escrito.
Es una bella película, con cadencia literaria, bien actuada y con una enorme banda de sonido. Morosa, como la lectura que se saborea, intrigante, pero levemente intrigante, sorpresiva pero sin estridencias, es una buena puesta que desemboca en un dilema. No es difícil tomar decisiones, lo difícil es vivir con ellas, como el “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio” de JM Serrat.
Otra vez una buena actuación de Bradley Cooper, una aceptable rol para Zoe Saldana (la de Colombiana) y una correcta interpretación del afectado Jeremy Irons, quizá un actor de otros tiempos. Un intrascendente Dennis Quaid, que por el peso de su historia figura como protagónico, hinchado de bótox, casi como el abogado Burlando.
Pero la película, por la fuerza del relato, hasta prescinde de esos pifies en el elenco, y nos hace concentrar en el poder narrativo.
No es la primera película que va a fondo con este recurso de la historia literaria que alimenta a la historia de la película, pero si se le atreve al tema moral, el que hace algo que sospecha nunca se conocerá como falso, pero tiene que vivir con eso toda su vida, cómo vive? Parecería ser el nudo central de esta película, y, como debe ser, no hay una sola respuesta para darnos.
Es una ópera prima, de dos jóvenes exponentes de la industria, que actúan, escriben, producen, y dirigen. Y está bien dirigida.

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