A promising young woman

A promising young woman

Una montaña rusa de emociones en clave Killing Eve, humor demasiado ácido y demasiado potente con una protagonista que hay que disfrutar.


8 Butacas



Carey Mulligan (la disfrutamos hace unos días en The Dig) es una chica extraña, en sus 30 no tiene proyectos, no parece interesarle nada, vive con sus padres comprensivos y amorosos y trabaja en una cafetería.

Pero en la primera escena la descubrimos muy intoxicada (y sensual) en una disco. Sentada casi desmayada en un sillón, está evidentemente muy borracha, y su cuerpo y su actitud piden auxilio. Está mal pero es elegante, no puede sostenerse en pié pero es sensual hasta en esos movimientos.

Alguien se ofrecerá a rescatarla, a llevarla a su casa sana y salva. Alguien bueno, también de alguna manera confiable. Le propondrá pasar primero por su casa (la de él) para que se componga, y despacio y descubriendo el costado menos bueno, comenzará a intentar besarla, tocarla, desnudarla. En ese momento de resistencia, y con una feroz mirada al a cámara, nos damos cuenta que ella no está borracha, y que ese juego perverso es para desubicar a su rescatista, para humillarlo, para dejarlo vacío aún con algo de violencia.

En unos minutos más de película vemos que detrás de esa vida aparentemente sin objetivos, hay uno, poderoso, que tiene directa relación con la escena que acabamos de ver. Y las que vienen en esa misma línea.

Un hecho traumático de la universidad, la muerte de su mejor amiga después de un episodio de violación colectiva (éramos jóvenes, todos hacíamos lo mismo...) es el principal objetivo de su vida. Hacer que todos, los que estuvieron involucrados y los que podrían haberlo estado por pertenecer al mismo grupo de jóvenes de buenas familias, de dinero y privilegios, paguen de alguna manera.

Un viejo amigo de esos días, de ese grupo, llega a su vida y las cosas empiezan al parecer a encaminarse, sale de su obsesión por un momento para vivir un poco más acorde a una vida normal, se enamora. 

Pero no dura, a poco que se van encadenando los recuerdos descubre que él también formó parte de esa fiesta fatídica y no puede con eso.

Cuando se entera que el protagonista directo de la tragedia, que se fue a Londres después de eso, ya recibido de médico e igual de protegido y privilegiado, vuelve a casarse a su pueblo, el plan final comienza a tejerse.

La última media hora ofrece un registro distinto, ya no habrá sorpresas, ella se enfocará en lo que planeó toda la vida, y lo ejecutará con precisión, con frialdad y con placer.

Todo cambia, ya no habrá sonrisas, no habrá toques de humor, todo será trágico y despiadado y brutal.

Así es esta película.

El final, sorprendente, ofrece un despliegue y un giro narrativo muy interesante.

La venganza, es un plato que se sirve frío, hay que esperar...

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