Baptiste

Baptiste

Volvió Julien Baptiste, volvió el encontrador de niños perdidos, el policía sin jurisdicción, el consultor que encuentra adonde nadie busca.


8 Butacas



Y volvió un personajes de gran potencia, de poco carisma, pero de riqueza inagotable, interpretado por el actor turco Tchéky Karyo, que es uno de esos intérpretes internacionales, capaces de ponerse en la piel de variados personajes por su ductilidad para los idiomas y una asombrosa capacidad para mimetizarse con los entornos. 

Esa habilidad lo trajo a Buenos Aires a filmar en 1989 una película que dirigió Eduardo de Gregorio, Cuerpos perdidos, que se puede ver online todavía.

Baptiste es un spin off de The missing, una buena serie inglesa, muy perturbadora, en la que aparece este personaje en su esplendor, como miembro de la policía francesa y con una extraña especialidad, es el encargado de buscar niños desaparecidos, un tema que lo obsesiona y lo hace trabajar en casos muy complejos y que duran años hasta que los resuelve.

Esa dedicación, cercana a la obsesión, que lo hace ser tan bueno en los casos, obviamente que tiene un correlato trágico en su vida personal, su matrimonio y la relación con su hija (adicta).

En The missing, vemos asomar estos conflictos, pero los casos que resuelve son tan entretenidos (desde el punto de vista de la realización, no de las historias que son trágicas) que no prestamos mucha atención al que los investiga. Nos parece pintoresco, un personaje del estilo de los grandes investigadores del cine y la literatura, pero sin rasgos que lo hagan muy reconocible.

Pero la fuerza de esta construcción derivó en un programa para él solo, que se llama Baptiste (la primera temporada que transcurre en Holanda en el sub mundo de la prostitución la comentamos en su momento) y que ahora si, puede además de resolver casos complicados, tener una mirada más centrada en su método, en su manera de encarar y resolver, y en el impacto que esto trae en los que lo rodean.

Además de sus pesares y culpas.

Llega este año entonces, la segunda temporada de su historia personal, esta vez lo vemos viajando a Hungría adonde han desparecido dos hijos de la embajadora británica en ese país, y allí irá, sin placa y con la misión de ayudar, porque puede, porque lo apasiona encontrar niños desparecidos, y porque puede, según su propia definición.

Baptiste es sencillamente atrapante, son episodios de una hora, en cada temporada son 8, pero se hacen tan electrizantes, tan complejos pero a la vez accesibles de seguir, que no podemos dejar de verlos cuando empezamos.

Esta vez el aporte de co protagonismo lo hace la espectacular Fiona Shaw, una de esas caras inglesas muy conocidas por todos (Harry Potter, Killing Eve) que encarna a la embajadora cuya familia se deshace en pocos años y cuya carrera y vida dejan de tener sentido si no encuentra al desaparecido hijo menor.

Una trama que vincula los temas familiares (los de Baptiste y los de la embajadora) con trama política en un país complicado, el ascenso de la extrema derecha, los temas vinculados con los movimientos migratorios, la violencia urbana, la violencia política, en medio de un drama familiar singular.

Baptiste es de lo mejor que se puede ver, de lo bueno que trae la televisión británica, con actuaciones sobresalientes y un guión inteligente y bien resuelto.

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