Here today

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Billy Crystal, el creador de gags, el que repasó toda su vida en el escenario en Broadway con 700 Sundays, el de Mr Saturday Night, arrancador de sonrisas y testigo de orgasmos en Kat'z, escribe, dirige, cuenta y actúa el ocaso de una estrella.


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Y si, es efectivo, nos arranca varias risas porque tiene su gracia y su capacidad histriónica intacta, y también, en un género que le gusta y se siente cómodo, alguna lágrima en momentos duros que no disimula ni exagera, para que disfrutemos.

Su personaje es Charlie Berns, un escritor de humor famoso y reconocido, que ha hecho éxitos en teatro y en cine, cuya cara es poco conocida porque no le gusta ponerse al frente de lo que escribe, pero que tiene un reconocimiento de ese mundo en el que habitó toda su carrera, muy merecido.

Ahora trabaja como asesor y casi alma de un programa de cable de comedia, en el que gente mucho más joven, todavía lo escuchan como en misa, aunque tengan un tema de códigos y temáticas separados por un océano.

Pero notamos algo en su rutina, algo le pasa, que iremos descubriendo despacio, sin estridencias.

Un almuerzo, que subastó por una causa benéfica, le trae a la mesa a una mujer joven y expansiva, divertida, poco formal, negra, que va a poner su mundo patas para arriba.

Su conexión es inmediata, una especie de amistad nacida de un malentendido, una diferencia de edad suficiente como para no pensar en nada más que en eso, en el apoyo y la ayuda y la amistad más pura.

Charlie está sufriendo los primeros síntomas de demencia, necesita rutinas, necesita ejercitar esas rutinas, y pronto, muy pronto, necesitará quién lo cuide todo el tiempo.

Irá olvidando paulatinamente todo lo que le es familiar.

Su familia, sus dos hijos a los que ve poco, que tienen a su vez sus temas, parecen no tenerlo tan cerca.

Entonces no saben, el no se los dijo, la enfermedad que padece, espera la oportunidad, el mejor momento.

Claro, hay una persona que está con su padre todo el tiempo, quién es, para qué está, qué busca.

Todo eso se envuelve en una comedia que tiene toques dramáticos tan bien resueltos, con tanta delicadeza y bien insertados en la trama, que no nos hiere, no nos preocupa, nos conmueve, y eso lo logra un buen guión y un buen director, el bueno Billy, aunque algo hinchado y poco reconocible, es las dos cosas y logra lo que se propone.

Contarnos una historia de amor diferente, una historia de familia (hay un hecho, la muerte de la esposa de Charlie, que es traumático para todos y origen de reclamos cruzados) y también una historia de escritor, de humorista que ya no está en el centro de la escena, que debe dejar paso a los que vienen y acomodarse en su nuevo rol.

Está muy bien la historia, es equilibrada, está bien actuada, no tiene golpes bajos, aunque el tema lo permitiría, porque fiel a su estilo, Crystal sabe cómo desenvolverse en esas aguas entre la ternura, la melancolía, la tristeza, la evocación, ofreciendo siempre una salida, un chiste, un gag, un comentario irónico del más típico y buen humor judío de New York.

Es un placer verlo, es un placer disfrutar de sus historias, que nos dejan pensando y riendo de maneras parejas.

 

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