Casi feliz

Casi feliz

Así como Porno y helado nos hizo reflexionar sobre las cosas de las que nos reímos en nuestra cultura en 2022, Casi feliz encara otra cosa, apela a la inteligencia y bastante a los nuevos patrones de la comedia, pero también a cierto costumbrismo argentino, que si bien tiene elementos de estos tiempos, es muy clásico.



7 Butacas



Y está bien que rescate esos valores. Una especie de Familia Falcón o Campanelli modernos, porque se va a meter por la ventana del estudio de radio y la casa de Sebastián (Wainraich) y sus cosas, su mundo íntimo, su familia, para desde allí contar sin estridencias ni giros superficiales, lo que le pasa.

Podría no ser atractivo, pero lo es, porque el mecanismo de episodios cortos (la segunda temporada de la serie tiene 10 de un poco más de 30 minutos) y buenos diálogos (ágiles, picantes, absurdos, inteligentes) hace que la atención sea absoluta y el disfrute llegue de la mano de esos desafíos.

En esta temporada la esposa de Sebastián, Pilar, una excelente Natalie Pérez (tierna, seductora, compleja) vuelve de Barcelona adonde se había ido cuando se divorció de él, con sus mellizos. Y vuelve embarazada de mellizos! Así que esa vuelta que lo pone feliz y lo reconecta con ella y sus hijos, viene mezclada con situaciones profesionales en la radio y personales en su relación con sus amigos, productor, mujeres y hermano y madre, muy particulares y extrañas, que lo hacen pensar y repensar todo.

Con un guión muy impregnado de cosas del mejor Woody Allen (el de hace unos años) con referencias al judaísmo, al psicoanálisis, a la histeria de Buenos Aires y a las relaciones, que cautiva y divierte, es sin dudas lo mejor de la serie.

Las actuaciones, cameos, participaciones, son todas buenas, cortas, efectivas (Carlos Portaluppi como obstetra por ejemplo) y están muy en sintonía con el tono en el que vibra la serie en general.

Es de lo mejor que hace Netflix en el País, porque es lo más franco, sincero y argentino que se puede ofrecer. El formato es cierto, no es oriundo de las pampas, pero si lo es la pincelada de costumbrismo y los personajes.

La simpleza de la historia, que no pretende refundar el mundo ni ser original al extremo ni jugar a los flejes, sino que cuenta la vida de un tipo con fama acotada, miedos, inseguridades y gustos como cualquiera de los espectadores, llevados al extremo que permite la parodia, lo hace genuino y a la vez interesante. 








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