The Outfit

The outfit

Qué belleza de película de cámara. Con aires de La Soga de Hitchcock, toda filmada en el mismo lugar y con economía de cámaras y estridencias, una belleza que va creciendo minuto a minuto y que nos va llevando en velocidad constante a un choque seguro, que no vamos a poder evitar.


8 Butacas



Un sastre, un modisto como le gusta definirse, inglés y meticuloso, callado y paciente, atiende su negocio en las afueras de Chicago en los años '50. Ese ritmo cansino y elegante que nos va proponiendo la película, demasiado desconcertante en los primeros minutos, tanto como hacernos dudar de la película que vamos a transitar, nos mete de lleno en una intriga que va creciendo y que nos va dando información de manera sigilosa y con tal inteligencia y clase, que quisiéramos levantarnos para acelerar las cosas! Los diálogos, las situaciones, porque todas parecen desperezarse en una cámara lenta atroz.

Mark Rylance, a quién queremos mucho desde Puente de Espías, compone a ese maestro taciturno, que calla más de lo que dice, que es dueño de un humor muy ácido y delicado y que viene cosiendo pacientemente esas costuras delicadas que darán a luz los trajes de confección más delicados.

A poco de llegar se hace lugar en la ciudad haciendo trajes para los que pueden pagarlo, que casi siempre serán mafiosos, ciudad complicada, tiene su ley y tiene su sastre.

Ahí oirá más que hablará, será testigo más que protagonista y rara vez se lo verá moverse con agilidad de gestos.

Entrenado en la mítica Saville Row de Londres, nadie sabrá mucho de él, por qué vino, qué dejó atrás, y su silencio lo hará confiable para todos.

Esa paz, el hecho de que en el taller solo trabaja el maestro y una secretaria (que está bajo su protección pero que sabemos que quiere otras cosas para su vida, viajar, conocer, salir de allí) lo hacen el lugar perfecto para, además de hacerse los trajes exquisitos, intercambiar mensajes, dejar las recaudaciones, y demás actividades secretas pero insospechadamente ilícitas en un lugar poco frecuentado por autoridades.

Todo se irá complicando muy de a poco, y también muy despacio vamos enterándonos que nada es lo que parecía ser y nadie es como parecía ser.

Un verdadero laberinto de puertas que se abren y van desgranando una historia muy bien urdida, en la que los juegos de poder, la pasión, la brutalidad y las familias enfrentadas van a jugar sus cartas con el maestro de testigo o decididamente jugando para su propio provecho.

Las sutilezas, lo inesperado, lo que suponemos y no termina siendo, juegan un rol inquietante y muy importante en la historia.

Es una obra de teatro, al menos parece haber sido concebida así, entonces los planos, las miradas, los silencios, juegan un papel muy importante y el director lo conduce con buena mano.

Hacia el final, y justo cuando parece que la película tiene que terminar, nos regala una vuelta de rosca generosa y muy impredecible que es una frutilla en esa torta sutil que vinimos degustando, como un final que en lugar de apelar a un crescendo a toda orquesta, se desenvuelve sutil ante nosotros con la potencia de lo inesperado, que a su vez nos ayuda a entender mejor todo.

Una obra de arte, entretenida, bien actuada y con un guión exquisito.


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