El encargado (temporada 2)

El encargado (temporada 2)

Muy esperada, vuelve más corta una nueva temporada de esta creación de la dupla Cohn Duprat que tan bien anduvo en su primera historia.


7 Butacas



Esta segunda temporada es más corta que la primera, nada menos que en 4 capítulos (11 en la primera solo 7 en esta), quizá mutando al formato británico de 6/7 capítulos cortos por temporada, que nos hacen disfrutar igual de una buena historia sin el estrés de ver de antemano que nos va a llevar mucho tiempo verla.

Ya conocemos a los personajes, ya sabemos cómo terminó y qué hizo Eliseo (el personaje de Francella) para que no construyeran una pileta en la terraza del edificio, y así perder su casa y su puesto.

Salió victorioso, vimos todo lo que es capaz de hacer, y en esta temporada el conflicto es mucho menos atractivo que en la primera.

Arranca tranquilo, ahora vive en uno de los departamentos (enormes, que sub utiliza porque no tiene casi muebles) que le alquila el consorcio, y ha perfeccionado su capacidad de vigilancia, instaló teconología que le permite con cámaras ubicadas estratégicamente conocer todos los movimientos del edificio.

La tranquilidad esta vez se altera con la llegada de una nueva propietaria, una conocida influencer dedicada a la solidaridad, Lucila Morris. 

Llega con ínfulas, sospecha que pasan cosas, se adueña con iniciativa del consejo de administración y del consejo de propietarios, y pone a Eliseo en la mira.

Esa será su enemiga.

Entonces la historia, al ser menos compleja que en la primera entrega, nos dará una chance extraordinaria de ver dos buenas actuaciones.

Tanto Guillermo Francella, Eliseo Basurto, y el Puma Goity, explotan sus personajes de una manera extraordinaria. Llevan sus escenas juntos a un grado siniestro y de finísima ironía, y se van a aliar contra la enemiga común, hasta que las cosas se den vuelta en el aire hacia la mitad de la serie.

Francella además revela lo más oscuro de este personaje, su ambiguedad, su poco respeto por los demás, su enriquecimiento, su manera de ver el mundo.

Hay un detalle muy bueno, tiene algunas escenas solo, frente al espejo del ascensor, en las que despliega sus muecas, las ensaya, su cara de bueno, su cara feroz, sus risas. Muy inquietante, con un aire del Jocker de Phoenix.

Vuelve con el relato de cómo perdíó a su esposa, y vuelve a torcer todo, incluso ensaya otra versión, de gran trabajo actoral, como una especie de confesión muy íntima al lado del cajó de su única amiga del edificio, que remata dejando una duda acerca de que eso también puede no ser cierto.

Un personaje inquietante que aparece en su vida de repente es un sobrino medio marginal, hijo de su hermana, que vendrá a complicarlo, y a mostrarnos que tampoco la familia es importante para él.

En definitiva, una temporada con menos historia, pero con más actuación, lo que la hace interesante desde otro ángulo.

Al final, vuelven a romper los códigos, en la escena final, desde la terraza de su edificio, festejando en soledad su nuevo triunfo, Eliseo nos interperla, rompe la cuarta pared, nos mira directo y nos intimida.

Nos interperla, nos reta, se pone duro para volver a ponerse tierno y manejar esas dos caras de manera magistral.


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