La diplomática T3
Qué buena que es esta serie! No te da respiro, tiene un ritmo que a veces hasta es demasiado, tiene buenos diálogos, está bien actuada, todo es creíble y además maneja ironía, diplomacia, la política más cruda y el mapa internacional en tu pantalla como si estuvieras jugando al TEG.
9 Butacas
El guión no es un dato menor, es un guión que podríamos calificar de erudito, complejo, pero a la vez terminado de una manera sutil y disfrutable.
Dejamos la segunda temporada con los agentes del servicio secreto llevando en andas a la VP de Estados Unidos cuando se disponía a subirse a un helicóptero en la residencia del embajador americano en UK, porque llega la noticia de la muerte repentina de nada menos que el Presidente de USA (POTUS).
Tiene que asumir, la trama política que la llevó hasta allí está en un clímax y precisamente el matrimonio de la embajadora y Hal, el viejo pillo que hace en la segunda temporada de una especie de "embajador consorte", son no solo los que la hospedan, además son los que saben sus secretos, secretos que pueden romper la relación con Inglaterra y además llevarla a la cárcel.
Nada importa ahora, tiene jurar, lo hace a la distancia (todo lo que tiene que ver con la preparación de esa jura es extraordinario) y viene el momento de elegir al futuro VP.
Hal la quiere a Kate su esposa en ese lugar, con lo que saben de la nueva Presidente es cuestión de tiempo, y son una pareja de poder, pero la nueva mandataria da un golpe de timón y lo elige a él para el puesto.
Acepta, claro, y todo lo que vamos a ver a partir de ese momento es la incomodidad de Kate con su rol decorativo de segunda dama, lo que no acepta, entonces mantendrá su embajada, haciendo que todo se complejice mientras su matrimonio entra en un impasse.
Lo que sigue es una historia cada vez más absurda, mientras Kate intenta conservar su puesto de embajadora mientras también visita Washington D. C. de vez en cuando para cumplir con su deber de segunda dama. Es muy estresante verla ir y venir de un país a otro, dejando plantado al director de la CIA porque olvidó consultar Google Calendar. Todo es —como lo expresa la jefa de gabinete de la Casa Blanca, Billie Appiah (Nana Mensah).
Kate, al menos, consigue un novio por el camino, interpretado por Aidan Turner (Poldark), quien dice cosas como: "En un día o dos, [Hal] volverá a Washington y te quitaré toda la ropa". No es el diálogo más atractivo de la historia, pero ahorra tiempo, debido a todo lo anterior y a una nueva amenaza militar.
Hay algunas actuaciones excelentes, en particular las de Allison Janney y Bradley Whitford (Comander Lawrence en el Cuento de la criada), exalumnos de West Wing, quienes reconectan aquí entre sí y con la showrunner Debora Cahn. Se reúnen como Penn y su esposo, Todd, un "amo de casa cada vez más insignificante casado con una supernova".
Keri Russell vuelve a mostrarse derrotada, estresada y enojada a la vez con maestría, especialmente cuando le dice a su doble que se compre un cepillo para el pelo.
Y por supuesto el perverso Hal, interpretado con soltura por Rufus Sewell.
Hay momentos que la serie se achancha, pero duran poco, en seguida vuelve el vértigo, la mezcla entre la alta política y la miseria doméstica, las histerias, el manejo de información según el rango, los silencios que hay que guardar y las cosas que no se pueden decir.
Es un deleite, que otra vez tiene un final inesperado y que nos deja con ganas de seguir.



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