Brooklyn finest


Brooklyn’s finest

Seguro es una película que, apenas empieza, adivinas que ya viste. Es que vimos muchas películas de policías complicados, con vidas más jodidas y destino de balas seguras. Pero esta tiene algo que la pone un escalón por arriba de esas tantas.

No hay redención en esta película, no hay un solo momento de alegría, no hay una sola línea de felicidad o de promesa de felicidad en esas vidas que solo se cruzarán una sola noche, una noche última, y cuando lo hagan, ninguno va a notar la presencia del otro.

Richard Gere compone a un policía en su última semana antes de la jubilación, Don Cheadle a un policía infiltrado en una red narco, Ethan Hawke a otro, metido también en temas de drogas, que necesita mudarse de casa con urgencia, tiene 4 hijos y su esposa está embarazada de mellizas.

Todos desesperados, Gere por no joder su última semana, no quiere meterse en nada, no quiere que nada pase, Cheadle necesita su vida de vuelta, hace dos años que está encubierto y su único contacto con el mundo de antes no termina de redondearle qué va a ser de él en el futuro cercano y Hawke, un católico ferviente que piensa cada vez más en serio en quedarse con algo de la plata que recuperan en cada redada por drogas.

Y un Brooklyn demasiado oscuro, demasiado limítrofe, muy alejado de la postal que solemos ver en las películas. Y la droga que está omnipresente y las vidas que duran poco, como acá nomás, a unas cuadras del obelisco.

Gere compone a un creíble casi ex policía, que tanto no quiere meterse en líos, que hasta anda con su reglamentaria sin balas, como para no tentarse a usarla. Anda solo, su habitación no tiene nada, ni fotos, ni ropas, ni nada. Se levanta y cada vez que lo hace está a punto de volarse la cabeza con un tiro.

Tan miserable y tan urgido de que todo termine para empezar algo que no sabe bien qué es. Esa paz se ve cambiada cuando su jefe le dice que la última semana tiene que andar con novatos en el auto, así le muestra la calle. No quiere, pero no puede resistirse. Y los dos novatos con los que sale, por supuesto, harán cagadas irremediables que provocarán que se termine retirando unos días antes.

Cuando sale va a buscar lo único que tiene, una prostituta con la que se acuesta todas las semanas y en la cual gasta casi todo lo que gana, pero que, a la hora de ser invitada a pasar el resto de su vida con él, se lo sacará de encima con una frialdad demoledora.

Cheadle se va a debatir toda la película entre la vida que perdió, lo nefasto de sus jefes y la lealtad con un hombre (gran interpretación de Wesley Snipes) que, del otro lado de la ley, le salvó la vida un par de veces.

Y Hawke, demasiado creíble en esos personajes perturbados, fumadores, flacos, nerviosos, transpirados, que siempre están al borde de estallar (ya lo vimos así en “Antes que el diablo sepa que estás muerto”) que busca en cada redada algo de dinero para llevarse a casa. Su mujer está embarazada de mellizas, tiene ya cuatro chicos, su casa es chica, húmeda, y todos tienen la esperanza de que esta vez es en serio, que los va a poder sacar de ahí.

Son historias poderosas, todas fuertes, con destinos fatales y nada de esperanza.

La fotografía es lúgubre, es una ciudad despiadada, y la música es solo incidental, acompaña la dureza del relato en el que todos están metidos hasta el cuello en situaciones de las que es difícil salir.

Es fuerte la presencia de los medios de comunicación, que parece ser el único motor para que los jefes policiales reaccionen ante las injusticias de los casos, hay una bien sembrada duda acerca del destino final de los dólares que se incautan en cada procedimiento.

Todas las vidas se van desmoronando hasta que una noche, en uno de los tantos complejos de departamentos que pueblan la ciudad, Cheadle irá a vengar que mataron a Snipes, ya con su placa puesta, Hawke se llevará un dato para ir a ese mismo edificio y cargarse a tres narcos y llevarse toda su plata y Gere, ya jubilado, descubrirá un rostro familiar, que había visto en la cartelera del departamento de policía, una chica desaparecida que en el instante justo en el que estaba por cargar su arma con balas para borrarse, ve pasar en una camioneta con destino de ser entregada para fines sexuales.

Todos casi llegan a tener lo que tanto buscaron, pero solo uno logrará salir ileso esa noche. Todas sus vidas se cruzarán en casi el mismo instante y con escasos metros de diferencia entre ellos.

Dos se irán con las manos vacías.

Decía que es una película que probablemente ya vimos, con una trama clásica, policías buenos, policías malos, tentación por la plata, drogas, problemas personales.

Pero pocas veces la vimos así, tan real, tan sórdida, tan despojada de moralina.

Es una buena película.

Lo que cuenta no está tan lejos de nosotros.

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