The King's Speech


The King’s Speech

La pregunta que los que amamos el cine podríamos hacernos es, cómo esta película se lleva el Oscar a la mejor película de la producción 2010? Pero resulta que los que amamos el cine tenemos una cierta distancia con los premios “de la academia” y sus vericuetos.

No nos alejamos del culto, solemos renegar (sobre todo cuando era los Lunes) y así y todo recitamos de memoria los candidatos y ganadores de todos los años (yo guardo algunas ceremonias grabadas en VHS).

El discurso del rey, como la conocimos en Buenos Aires, es ante todo una película tierna.

Lineal, sin sorpresas (no son fáciles las sorpresas en estas biopics) y tremendamente tierna, nos retrata la vida de un atormentado duque de York, luego, por esas cosas del destino, devenido en el rey Jorge VI, nada menos que el monarca que condujo los destinos de UK durante l segunda guerra mundial, que estalla apenas coronado.

La narrativa, de tan lineal, solo nos deja espacio para angustiarnos cada vez que el futuro rey tiene que enfrentarse a un grupo de súbditos para leer un discurso. Nos apenamos con la pena indisimulable de los súbditos que miran para abajo cuando lo escuchan y con los chasquidos de su lengua y su respiración en el micrófono.

La película descansa en un buen trabajo de ambientación y dirección de arte impecables y una trilogía actoral que es una garantía, tanto Colin Firth como el duque de York futuro King George tartamudo, irascible, pintón, maltratado, solitario, desconfiado como Helena Bonham Carter (qué extraño es verla…de mujer!) haciendo el papel de la futura “reina madre” esa viejita eterna que todos recordamos al lado de la actual reina Elizabeth y una sólida interpretación de Geoffrey Rush como el terapeuta insolente que lo ayuda a salir de su infierno de dicción y nunca se alejará del monarca. Un australiano complicado, pero hábil en las artes de la persuasión y de la compasión.

Ellos tres sostienen un texto con mucha carga y constituyen la clave de esta película.

Rush va camino a convertirse en uno de esos actores que desbordan la pantalla, capaces de animarse a todo. Recomiendo acá su interpretación de Peter Sellers en la biografía hecha para televisión hace un par de años atrás, deja sin aliento. Para que me entiendan, este es un papel que pocos pueden hacer con esa soltura, acores del estilo de Michael Caine. Soy claro?

Las dos cuestiones que llevan al bueno de Bertie (como se lo conocía al futuro rey en familia) al tope de sus inseguridades al hablar no son nada sencillas, tiene que hacerse cargo del trono inmediatamente después de que su hermano dimita (recordemos que su hermano mayor y heredero al trono tuvo que abdicar ya que estaba en pareja con una norteamericana llamada Wallis Simpson, casada, lo que hizo explotar el rechazo de la iglesia británica al ser el rey el jefe máximo de la iglesia) y la inminencia de la explosión de la segunda guerra.

Sobre todo esto, el desamor del hogar, con un Rey Jorge V que acababa de morir y que lo despreciaba por su tartamudez y una reina madre rigurosa como una estatua.

La película hace aparecer a tres primeros ministros, en realidad dos ya que Winston Churchill será elegido con el nuevo rey en funciones y luego de que Neville Chamberlain renuncie. Se habla mucho de Hitler y de Stalin como las dos figuras fuertes del mapa mundial que se convertirán en una verdadera pesadilla para el reino.

Churchill es, en la película, recién vuelto a ingresar en el equipo ministerial del nuevo primer ministro como primer Lord del Almirantazgo.

Estas cuestiones de la política están muy bien contadas.

La base de la participación de este Reino Unido que todavía no se había levantado de los estragos de la primera guerra mundial, fue el extraordinario despliegue de empatía de sus gobernantes. La persuasión y la motivación que transmitían los discursos públicos de Churchill, contagiando patriotismo y resistencia. Imaginen qué rol para un monarca tartamudo.

Le dice todavía Duque a su padre el Rey cuando este se refiere a la familia real “no somos una familia, somos una empresa”.

Y la reflexión del anciano rey Jorge V antes de su clásico mensaje radial de navidad a todos sus súbditos, mirando el micrófono y el equipo transmisor de radio reflexiona, nos metemos en sus casas, somos como actores.

Los actores son los que sostienen esta película, que hubiera sido menor, muy menor, de no ser porque los caprichos de la industria y los buenos gerentes la pusieran en la cima de la consideración de cuanto festival anda por el mundo.

Pero ese no es el punto.

La película conmueve en algún punto, tiene una interesante y ajustada a la verdad pátina histórica y nos permite disfrutar de un trío actoral sólido, muy a la altura de la tradición inglesa.

Después de todo, qué más le pedimos al cine?

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