The Master
The Master
Le entro con ganas. Está uno de los actores preferidos de mi
generación, el que siempre nos regala algo distinto, que se le atreve a Capote.
Philip Seymour Hoffman, y está un director que hizo Magnolia y Petróleo
sangriento. Sabe dirigir actores, crea climas. Y el indescifrable Joaquín
Phoenix, contrahecho, raro actor al que solo le vi dos o tres cosas que
perduran pero que siempre renueva la promesa (probablemente fomentada por cosas
por afuera de la actuación) .
Le entro con ganas, digo, están también las nominaciones.
Pero cuando entro, tengo ganas de salir a los 10 minutos.
Uno que vuelve de la guerra, el trauma de la guerra, un
borracho, u tipo raro, complejo, demasiado enroscado en una maraña extraña.
Vuelve a la vida civil y no tiene nada, como les pasará a
muchos ex combatientes, tendrán que inventarse una vida.
Pero en este caso, será un fracaso tras otro, casi siempre
motivado por él mismo. Hasta que, ve un bote en el que hay una fiesta, se mete
de polizón y allí mismo encuentra a El Maestro, el bueno de PSH.
Y a partir de allí será el conejillo de indias de los
seguidores de “la causa”. Una religión pagana que sigue las habladurías de un
charlatán y farabute que embauca a todos (especialmente la gente con plata) que
mediante un absurdo juego de preguntas y repreguntas, bucea en el pasado, en la
forma de vidas anteriores, hasta llegar a la raíz de los problemas que impactan
en el presente.
Y toda la película serán las preguntas, los interrogatorios,
los ejercicios, el fanatismo, el absurdo.
Bien recreada en los 50, bien armada las atmósferas, malos
los diálogos, malo el guión, aburridos los planos perezosos de los primeros
planos obsesivos de los protagonistas.
Se salva la música, se salva el siempre buen trabajo de
Seymour Hoffman, y poco más.
Es muy aburrida esta película.
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