The wolf of Wall Street
The Wolf of Wall
Street
100% Scorsese, en imágenes, en banda de sonido, en excesos
cuidados, en poner a los personajes contra los límites y en hacernos dudar si
la escena, que pintaba tranquila, se pondrá pesada en cualquier momento.
Pero 3 horas son innecesarias.
Es decir, es otra de sus películas de mafiosos, qué son si
no estos delincuentes de traje, que con acciones de compañías insignificantes y
no tanto, lograron hacerle creer a tantos y tantos norteamericanos que ya no
tenían nada de qué preocuparse y la plata de la universidad de sus hijos estaba
bien asegurada.
Esa es la mirada, y el enemigo es el mismo, acá será la SEC
(el organismo que vigila la bolsa de valores de NY) y será como con los
gángsters de verdad el FBI.
Y será otra vez Di Caprio, algo así como el niño mimado de
tantos directores, pero que está empeñado en entregarnos el mismo papel de
desorbitado que se pone rojo cuando se encoleriza película tras película.
Ya no es un niño, y ahora, en The Wolf, los excesos son de
sexo, drogas, y todo lo que la plata puede comprar.
Pero no hay nada más en la película, es decir, si la idea
era mostrarnos los trucos, ya los vimos en el diario cuando leímos aquél temita
que llevó a Maddoff a 30 condenas perpetuas, y si la idea era ver los excesos,
nadie lo dijo mejor que Bret Easton Ellis en American Psycho.
Nuevamente, un Scorsese puro, pero sin un libro de esos que
hacen que valga la pena su maestría, como fue “Los infiltrados”.
Eso si, hay una actuación que vale la pena, la de Jonah Hill
(qué futuro tiene ese muchacho) y la estética del bueno de MS, nada más.
Para algunos es razón suficiente.
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