The Calling
The Calling
Susan Sarandon es jefa de policía en un lugar frío, un
pueblo en esos en los que nunca pasa nada.
Es medio marginal (y lo compone bien, con sobrada eficacia)
tiene más que ocultar que para mostrar, es cabrona y arrastra problemas de
espalda y un pasado no muy claro vinculado a fantasmas internos y alcohol.
Pero como es un pueblo de frontera (con Canadá) y la nieve y
el frío conspiran para que pasen pocas cosas diferentes a la rutina, ella
encaja bien con sus pastillas, sus problemas para dormir, su soledad (conocida
por todos) y sus cabronadas.
Hasta que, un cuerpo de una anciana que no atendía el
teléfono, y una serie de descubrimientos de cuerpos hallados sin vida con
manipulación post mortem de sus bocas, para que se endurezcan en ciertas
muecas,
Entonces la señora se despereza, se acuerda que era una
buena investigadora (que no pudo ascender por sus vicios) y se mete de lleno en
una trama que, no por ser demasiado audaz, pero si por plantear algo nuevo en
el horizonte de las películas de los asesinos seriales, nos brinda una pequeña
vuelta de tuerca a esos relatos que ya vimos tantas veces.
Si, está bien, también habrá una vinculación religiosa en
ese raid de asesinatos, también habrá mística y misterio e iconografía, pero
están perfectamente encajadas al servicio de contar de manera diferente hechos
que por trillados, por remanidos, pueden hacernos desistir de verla.
Está bien contada, inspirada en una novela que debe haber
sido muy interesante para leer, ya que la película no puede no logra reflejar
la profundidad de la raíz religiosa que inspira al asesino.
Por lo demás, tiene un buen reparto, no es estridente, y está
correctamente actuada. Es decir, se pasa bien el rato con el reto de entender
qué es lo que pasa y porque.
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