The most wanted man
The most wanted man
Es una digna despedida del mejor actor de su generación,
como lo catalogaron y adhiero, Philip Seymour Hoffman.
Aunque me hubiera gustado que hubiera sido Devil’s Pocket su
último opus, por la calidad y profundidad de interpretación.
De todas maneras, si el lector es amante de “las de espías”,
de esos que se concentran en los personajes y las historias que una y otra vez
inspiraron los libros de Le Carré, esta película ofrece una pintura sin
sorpresas del género. Lo representa muy bien.
La trama, en este caso y doy gracias por eso, exige
concentración para poder ser seguida, pero va haciendo explícito todo de manera
más o menos lineal, lo que ayuda mucho a la comprensión de la historia en su
conjunto.
Quiero decir, no pone demasiadas cosas en el plano de lo que
se sobreentiende, no requiere saber de historia de espionaje previamente, no da
por sentado que conocemos cosas que no son relevantes para seguir la historia.
Está buena desde ese punto de vista y es bastante simple.
Se ambienta en Alemania, en el hiperactivo puerto de
Hamburgo, en donde se tejieron los planes para los atentados a las torres
Gemelas de NY y donde parece que el tráfico incesante de mercaderías y personas
y dinero, lo hacen todavía un lugar de cuidado y de foco de agencias internacionales
de inteligencia.
Una de esas agencias, la que conduce Seymour Hoffman, trabaja
en las sombras, no existe a la luz pública, anda en las cloacas siguiendo
musulmanes y rutas del dinero y personas sucias y barbudas, para detectar
movimientos e intercambios de favores.
La entrada de un hombre de manera irregular, dispuesto a
pasar por un banco de los grises, que están acostumbrados a lavar dinero de esa
parte del mundo, para llevarse el contenido de la caja de seguridad de su
padre, alerta a todos.
A la agencia que conduce el gordo y a los ministerios que no
necesitan esconderse y a la CIA.
Sucede que tendrán miradas divergentes acerca de qué hacer
con el hombre, y esas miradas divergentes y las decisiones que generan, serán
la tensión principal de la trama.
Bien contada, como dije, sin cabos sueltos, y con buen
ritmo.
Es siempre un placer verlo actuar, y sobre todo verlo
sufrir, reventar de ira, ponerse rojo de caliente, ir a los límites de los
cigarrillos y el whisky que puede meterse adentro y la contención de sus
miserias. En esta película, además, escucharlo componer un acento alemán
entreverado, corto, seco, gutural, que es increíble.
La película vale esos planos del que ya no está.
Un homenaje póstumo.
No se puede elegir con cuál se despide un actor, como su
trabajo es jodidamente bueno, daba lo mismo.
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