Eva no duerme

Eva no duerme

Visualmente atractiva, no logra ni conmover ni aportar datos a la historia



El peregrinaje siniestro del cadáver de Eva, esa mujer, que movilizó masas en secreto e hizo delirar a más de un militar encargado de custodiarla, es el centro de esta historia contada de a pedazos.

Quizá en esa mirada, fragmentada caprichosamente, esté el problema de la continuidad narrativa. Requiere que el espectador sepa mucho d ella historia de los 25 años que el cadáver peregrinó secretamente hasta retornar al País en los 70.

Requiere haber leído Santa Evita de Tomás Eloy Martínez, para poder aunque sea asomarse a entender por qué la tortura y la locura que se apoderaba de cualquiera que estuviese encargado de la custodia, para entender las velas que misteriosamente se dejaban en su camino, para entender el magnetismo de esa figura embalsamada.

Eva fue embalsamada y preservada en el edificio de la CGT de la calle Azopardo hasta que, llegada la Revolución Libertadora, comienza un periplo insano hasta ser sepultada en un cementerio en Milán, secretamente, bajo el nombre de María Maggi de Magistris.

La Libertadora pensaba que el cadáver, exhibido de cualquier manera, era un talismán peligroso, un recordatorio permanente, un llamado a cualquiera de las reacciones sofocada a fuerza de bala.

El director elige contar este peregrinaje con el formato de un rompecabezas, pero de un rompecabezas de esos de los chicos más chiquitos, de piezas grandes, no más de 4 o 6.

Entonces toma al embalsamador (un Pedro Ara interpretado por Imano Arias) a un coronel encargado de un traslado y al Dictador (Fanego en la piel de Aramburu) que es obligado a contar qué sabe del destino del cuerpo en el sótano en el que va a ser ejecutado por Montoneros.

Todo muy bien filmado, con una estética cuidadísima, pero sin un pegamento, sin un hilo conductor, con saltos caprichosos de la historia.

Es un buen hallazgo algunas de las imágenes de archivo, de gran calidad, que se entremezclan en el corte final, y un muy buen trabajo de sonido.

Es decir, estamos ante una película de buena factura técnica, pero que no logra transmitirnos ni la locura, ni el dolor, ni el orpobio, de la larga vejación que sufrió ese cadáver, de esa mujer. Ese tótem pagano cargado de política.

Comentarios

Entradas populares