Contratiempo
Contratiempo
Un mecanismo ajustado, una coreografía justa, para resolver con astucia y originalidad una trama compleja. El cine español incursiona (y no es la primera vez que lo hace) en un ejercicio de relato que para esta página, tiene demasiado peso en los textos y poco en las imágenes, pero funciona.
6 Butacas
El cine español ha incursionado con buen éxito en este género policial de intriga y sorpresa, que en los últimos años produjo “La playa de los ahogados” o “El desconocido”.
Son óperas de mecanismo aceitado, en las que no hay lugar a la improvisación y las palabras medidas y las actuaciones ajustadas, hacen parte de la trama y el mecanismo.
El problema es que muchas veces, y este es el caso, son poco cinematográficas, poco atractivas para ver, mucho más interesantes casi para escuchar con atención.
De todas maneras, el entretenimiento es bueno.
Una pareja de amantes tiene un severo contratiempo en la ruta que los devuelve a sus vidas después de una escapada. Algo sale mal y todo lo bello se transforma en pesadilla.
El hombre de la pareja tiene mucho que perder, es un exitoso hombre de negocios, padre de una niña pequeña, con alto perfil y mucha carrera por delante.
Todo sale mal, y se pone peor cuando en un hotel alejado, unos días después del incidente del comienzo, un aparente chantaje termina con un asesinato.
La historia entonces, con pocas imágenes del mundo real, se traslada al piso del protagonista, y específicamente a una durísima entrevista con una abogada especialista en la preparación de testigos para los juicios, que lo hará llegar hasta lo más profundo del caso y revisar una y otra vez lo sucedido.
Recurre acá la película a textos largos, y a permanente flashbacks y correcciones de recuerdos, que a partir de detalles, van modificando la historia central.
El desenlace es inesperado, con alguna buena vuelta de tuerca para hacerla entretenida, pero no deja de ser un cuento bien narrado que puede prescindir de las imágenes. Pero en el cine, bien lo sabemos, la imagen lo es todo.
Un mecanismo ajustado, una coreografía justa, para resolver con astucia y originalidad una trama compleja. El cine español incursiona (y no es la primera vez que lo hace) en un ejercicio de relato que para esta página, tiene demasiado peso en los textos y poco en las imágenes, pero funciona.
El cine español ha incursionado con buen éxito en este género policial de intriga y sorpresa, que en los últimos años produjo “La playa de los ahogados” o “El desconocido”.
Son óperas de mecanismo aceitado, en las que no hay lugar a la improvisación y las palabras medidas y las actuaciones ajustadas, hacen parte de la trama y el mecanismo.
El problema es que muchas veces, y este es el caso, son poco cinematográficas, poco atractivas para ver, mucho más interesantes casi para escuchar con atención.
De todas maneras, el entretenimiento es bueno.
Una pareja de amantes tiene un severo contratiempo en la ruta que los devuelve a sus vidas después de una escapada. Algo sale mal y todo lo bello se transforma en pesadilla.
El hombre de la pareja tiene mucho que perder, es un exitoso hombre de negocios, padre de una niña pequeña, con alto perfil y mucha carrera por delante.
Todo sale mal, y se pone peor cuando en un hotel alejado, unos días después del incidente del comienzo, un aparente chantaje termina con un asesinato.
La historia entonces, con pocas imágenes del mundo real, se traslada al piso del protagonista, y específicamente a una durísima entrevista con una abogada especialista en la preparación de testigos para los juicios, que lo hará llegar hasta lo más profundo del caso y revisar una y otra vez lo sucedido.
Recurre acá la película a textos largos, y a permanente flashbacks y correcciones de recuerdos, que a partir de detalles, van modificando la historia central.
El desenlace es inesperado, con alguna buena vuelta de tuerca para hacerla entretenida, pero no deja de ser un cuento bien narrado que puede prescindir de las imágenes. Pero en el cine, bien lo sabemos, la imagen lo es todo.
Comentarios
Publicar un comentario